LA MULA DE CARGA; UNA SOCIEDAD DESPROPORCIONAL

Redacción

Sin ánimos de ofender y solo para explicar mejor la idea de la relación amo y esclavo que existe en el sistema regente, es necesario colocar al hombre de escasos recursos como un no-humano y al hombre de poder como un azotador, el tirano.

La clase pobre, los que trabajan duro y se esfuerzan día a día han sido tratados como una mula de carga, una mula ya enferma y cansada, harta de los azotes de la clase que crea el capital, los bienes de consumo. La mula sigue caminando a fuerza de no desafiar al déspota, al tirano, el que tiene las riendas es un hombre gordo, asqueroso pero tiene un arma, el miedo.

La relación es desproporcional, para que la bestia avance es azotada, ya no puede más por sí misma, esta es la situación de la pobreza actual, la situación de la gente que apenas puede avanzar y sustentarse en el día a día. En el otro lado, el azotador, o el que tiene el dinero, poder o injerencia directa con la producción de bienes es en realidad sustentado la necesidad (y reconocimiento como superior) de la clase trabajadora.

Las personas que sustentan el poder ven tan inferiormente a los explotados que básicamente no los reconocen como semejante, son una cosa, son desechables, destruibles porque así como muere uno, habrá otro que ocupe su lugar, la maquinaria ya está en marcha, solo hace falta alguien que la mantenga aceitada.

El uso de esta metáfora, es para explicar un poco la visión actual entre los que crean capital o bienes de consumo sin escrúpulos y como ellos ven a los trabajadores, a la clase asalariada como a veces se utiliza vulgarmente el termino, que lo curioso es que son el suelo de la economía, y no porque se pretenda caminar por encima de ellos, si no, porque son la base.

La distancia entre unos y otros, la clase de escasos recursos y los que mantienen el poder es tanta, que simplemente una relación de igual es imposible, el simple

hecho de reconocer a alguien con tanto poder sobre uno, implica una relación asimétrica, desproporcional. La relación se mantiene por miedo, porque en verdad, la mula, esclavo etc., se mantiene como tal mientras viva en los valores que la clase empoderada mantiene.

La maquinaria de manipulación de los valores es enorme, e irónica en último sentido. Los que ostentan el poder solo pueden hacerlo si los que están abajo viven los valores de los empoderados, ocasionando que entre los mismos hombres de escasos recursos se vean unos a otros despreciablemente, pues han internalizado los valores de los hombres en el poder, es decir, en su deseo de emularlos, se desprecian ellos mismos y lo manifiestan en el resentimiento y odio hacia su prójimo más próximo, un asalariado igual que él. Quedando intacta la esfera de poder, que de un inicio emanan dichos valores.

Es hora de ver que en verdad, el potencial del cambio está no en las manos de unos pocos, si no, en la voluntad de la mayoría, la realidad no está diseñada para ser vivida como lo ha sido, los hechos lo demuestran; colapsos financieros, fraudes a gran escala, corrupción, enfermedades psicológicas a la alza, etc.

La constitución del hombre, su integridad se ha visto sumamente amenazada por el lema del sistema actual; explotación del Otro. La premisa de explotar a otro ser humana redunda en verlo como desechable, algo no humano, una bestia, algo a lo que es necesario aleccionar y encadenar para que haga mi voluntad.

El objetivo de este escrito es que reflexione su condición humana, la sociedad la hacemos todos, y entre todos podemos cooperar para hacerla mejor. Ahora, el hecho de que vivamos en este sistema, es el resultado de varios años de mantener un mismo tipo de pensamientos, un mismo modo de hacer las cosas; Poder por poder, el nuevo Dios es el dinero.

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