Redacción
En los últimos días la capacidad de resistencia de la población y las autoridades en el centro del Estado fueron puestas a prueba porque las precipitaciones lluviosas anunciadas inmediatamente después de las oleadas de calor generaron tales situaciones que en algunos casos llegaron a la crisis y en otros la amenaza de que pudiera extenderse hacia una tragedia inminente.
Lo fue en algunos casos particulares como el joven Oscar que falleció ahogado al pie de la cascada de San Antonio hacia los rumbos de Imala en Culiacán; pero en ese caso la reacción del Ayuntamiento que coordinó trabajos con Protección Civil, la Policía Preventiva y el ejército mexicano permitió que el lamentable hecho no llegara a mayores y se rescató a 15 personas.
En el casco urbano es de reconocerse la labor organizada de los cuerpos municipales que prestaron auxilio a automovilistas varados en la vía pública convertida por el efecto de las intensas lluvias en anchos y violentos arroyos.
Gracias a esa intervención oportuna y coordinada no hubo consecuencias que lamentar salvo pérdidas materiales.
En lo particular la observación por parte de conocedores del tema meteorológico indicaron que fue tanto el volumen de la lluvia que rebasó cualquier capacidad prevista.
También expusieron la necesidad de entender cómo un casco urbanizado superior a los 4mil 750 kilómetros cuadrados, con la mayoría de esos suelos de tendidos asfaltados, necesariamente limita al máximo la capacidad de absorción de la tierra y entonces el agua busca sus propios cauces. Esto fue lo que pasó ahora en Culiacán y ha ocurrido históricamente en todas las ciudades.
Vale poner atención en la participación del Ayuntamiento culiacanense porque de repente nos encontramos a un Jesús Valdés Palazuelos acompañado de los elementos de la corporación preventiva y de vialidad junto con Protección Civil municipal, donde Ulises González Gómez tuvo la oportunidad de demostrar toda la capacidad adquirida con una carrera académica probada dentro del Heroico Colegio Militar.
La movilización de cuerpos preventivos con instrumentos y equipamiento apenas suficientes fue inmediata; recorrieron sindicaturas como Aguaruto, colonias populares; la parte centro de la ciudad en la calle Victoria y boulevard Emiliano Zapata y otros puntos que se inundaron prestando el auxilio que la población estaba requiriendo, pues el agua ya había llegado en muchos casos hasta la sala y las habitaciones bajas de sus propiedades.
También hubo decenas de automovilistas que quedaron atrapados en el interior de sus unidades en medio de las furiosas afluentes, lo que motivó que, incluso, se organizaran cadenas humanas de elementos uniformados de azul para llegar hasta donde estaba la víctima y poder sacarla a tierra firme.
Es natural, pero poco común ver a un Alcalde extendiendo su capacidad individual para llegar hasta colonias periféricas donde familias en condición de mucha vulnerabilidad requerían el apoyo y es de entender también que las fotos que circularon en los medios de comunicación mostraron a un jefe del municipio con el agua hasta arriba de la rodilla, pero facilitando como cualquier ciudadano común el apoyo físico que necesitaba esa gente.
Después de esto, vale considerar que se desarrolle un plan mucho más amplio para atender eventualidades de este tipo y así ayude a la población en forma preventiva tal como se ha ideado en otros tiempos con la operación de refugios temporales; aunque este tipo de situaciones fueron difíciles de prever por la intempestiva aparición de los torrenciales aguaceros que, incluso, en patios interiores de edificios públicos como el SAT llegaron a crear un escenario muy parecido al del más caudaloso de los ríos en el sureste del país.
En Culiacán, la gente se está acostumbrando a ver un presidente municipal investido más de ciudadano que como autoridad prestando el apoyo físico y directo cuando se necesita entre la población.