Redacción / ¡Aquí… Política con Tambora!
No cabe duda que la alianza “Juntos Haremos Historia” o lo que queda de ella en Sinaloa tiene un enemigo en casa, de esos que se enquistan como tumores y lentamente van consumiendo al ente receptor.
Este cáncer se llama Leobardo Alcántara Martínez, dirigente del Partido del Trabajo, que mediante declaraciones ponzoñosas ha comenzado una campaña negra contra el próximo presidente municipal de Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro.
Molesto por no haber obtenido la titularidad de la Junta de Agua Potable y Alcantarillado de Culiacán arremetió en medios contra el futuro edil, luego de unas declaraciones que se tergiversaron en una rueda de prensa.
Si bien Estrada Ferreiro calificó de estúpido el lineamiento del INE que exige el 50 por ciento de los espacios públicos para mujeres y el resto para varones, la intención no era atentar contra la equidad en sí, sino más bien señalar como innecesario un instrumento que no debería existir en nuestros tiempos y que incluso ha sido mal utilizado.
Lo que Estrada quiso decir, fue que en su gabinete no cuentan este tipo de medidas políticas, sino la capacidad de cada funcionario público. Su hoja de vida, su historia y las ganas que tenga de aportarle a Culiacán.
Sin embargo, la expresión se salió de control y provocó una avalancha mediática que fue aprovechada por el “sultán” Alcántara para desprestigiarlo, muy a pesar de que gracias a la alianza con Morena obtuvo 5 posiciones en el Congreso del Estado.
¿Malagradecido?
No podemos negar que Alcántara es un chilango sobreviviente, no como en el sentido heroico que la palabra por si sola denota, nos referimos a que valiéndose de su bribonería logró utilizar el “barco” de Morena para colarse en el escenario político pues de lo contrario hubiera sido borrado en su totalidad del mapa.
Basta recordar cuando fue candidato a gobernador en 2016, cuando se coronó como el ganador del peor resultado de la historia pues ni siquiera alcanzó los 10 mil votos.
Fue precisamente en esa campaña cuando sin mucha creatividad y con pocas ganas de salir a las calles, el chilango Alcántara Martínez mandó a un ejército de jovencitas a las calles como si fueran un negocio carnal para que los caballeros voltearan los ojos al Partido del Trabajo, algunas personas incluso las bautizaron como las “Chambeadoras”, como la revistita popular de los años 80 en los estanquillos.
Cualquiera hubiera aplaudido aquel gesto de promover los talentos jóvenes, sin embargo, algunas personas que estuvieron en el partido en aquel momento manifestaron que las muchachitas ni siquiera tenían vocación política y prácticamente de ser recepcionistas o estudiantes guapas se fueron a las calles a talonear el voto y así poder conservar el registro.
A partir de ahí, Leobardo Alcántara se ganó el apodo de sultán, ya que, además se hacía acompañar por las bellas jóvenes en los debates consolidando un harem.
Ahora que Estrada Ferreiro se tropezó en una declaración, Leobardo Alcántara viene a darse baños de santo y tacharlo de misógino. Quiere pararse el cuello y golpetearlo ante los medios de comunicación por no haber cedido a sus chantajes.
El petista sabe atacar, pero Estrada es experto en la defensa y deberá aplicar sus conocimientos en esta situación, ya que de lo contrario el monstro crecerá a tal grado que destruirá lo construido por “Juntos Haremos Historia” en Sinaloa y lo convertirá en “Juntos pasaremos a la historia”.