Por Agustín Barajas Zambrano
Del fallecido ex gobernador de Sinaloa, Antonio Toledo Corro se pueden contar y escribir diversas anécdotas y vivencias políticas, así como su aporte en beneficio de la sociedad sinaloense y de México como un político de colmillo amarillo y retorcido que llenaría con facilidad muchas páginas de un libro, como la vez que su amigo, el periodista Ramón Martínez Montes, fundador y primer presidente de la Asociación de Periodistas de Sinaloa consiguió prestada una avioneta fumigadora para trasladarse del valle de Culiacán hasta El Rosario a buscar a otro amigo de él llamado Jesús Osuna “El Polveado” que lo llevaría a la Hacienda “La Campana” del municipio de Escuinapa para transportar a Toledo Corro a Culiacán contra reloj y se pudiera registrar como candidato a la diputación local por los municipios de El Rosario y Escuinapa, distrito que le competía José Palomares allá por la década de los años 50.
De ahí en adelante empezaría el nombre de Antonio Toledo Corro a sonar con fuerza y a escribirse en notas periodísticas y columnas de periódicos, más, porque su padre Natividad Toledo le reconoció su vínculo consanguíneo cuando el general Gabriel Leyva Velázquez lo quiso frenar en su carrera política instruyendo a una Comisión para que visitara al acaudalado ganadero en la Hacienda “La Campana” y tratara de convencer a su hijo para que desistiera, a lo que don Natividad respondió a los personeros del mandatario: “Si son deseos de mi hijo participar en política, va todo mi dinero para que contienda”, siendo así como Toledo Corro fue reconocido por su progenitor, pues había nacido fuera del matrimonio, según versiones.
Antonio Toledo Corro, de quien extraoficialmente se supo que era nativo de El Tigre, Nayarit por eso el apodo de “El Tigre del Sur” habría conseguido a través del extinto Germinal Arámburo Cristerna que fuera el eterno Registro Civil de Escuinapa un acta de nacimiento de “La Perla Camaronera” para acreditar que era sinaloense y poder ser candidato a la gubernatura sin ningún obstáculo, pues su compadre, el ex gobernador Leopoldo Sánchez Célis había jurado y perjurado que no sería gobernador mientras el viviera, pues aún le quedaban amigos en la cúpula política que pudieron haberse atravesado.
Sánchez Célis y Toledo Corro se habían enemistado porque ambos querían gobernar la tierra de los once ríos, sin embargo, el cosalteco le ganó la partida al escuinapense por adopción.
El rencor entre los dos personajes fue tanto que Leopoldo Sánchez Celis ejerciendo el poder con fiereza le repartió a la familia Toledo el latifundio del sur de Sinaloa y convirtió en ejidos sus tierras en un intento desesperado por truncar la carrera de don Antonio.
Como empresario, fue visionario y exitoso, tuvo la concesión de la firma de maquinaria para el campo John Deer en Mazatlán y de la reconocida marca automotriz Studebaker.
También incursionó en la industria azucarera con el ingenio de El Roble en Villa Unión, a donde se reunía con selectos amigos y su grupo para desarrollar estrategias a seguir en su prominente proyecto político que a los años había de cuajar como gobernador de Sinaloa no sin antes haberse desempeñado como Presidente Municipal de Mazatlán.
En la ganadería, Toledo encontró su primer empleo y habría de darle a ésta un gran impulso y para eso llevó a cabo programas ganaderos de beneficio para los pecuarios del Estado, incluso, en el rancho Las Cabras de Escuinapa construyó un rastro y una empacadora de carnes frías de cortes finos que eran exportadas.
Personajes de la vida pública y periodistas de la época acompañaron a Toledo en su crecimiento como político, entre estos, Gonzalo Armienta Calderón, Filiberto Patiño Escamilla, Ramón Martínez Montes, José María Figueroa Díaz, Quirino Ordaz Luna, Heriberto “El Largo” Prado y muchos más que se le fueron sumando en el camino, como Adrián González García, Atalo de la Rocha, Bernardo Riveros, Eleuterio Ríos Espinoza, Marcos Urías Sotomayor y Cuitláhuac Rojo, por citar unos.
De Toledo se cuentan virtudes y defectos y no se escapa de las honras y de las críticas estando ya muerto. Se platican sus hazañas como cuando sometía a los enemigos políticos, casos concretos el del periodista asesinado en su sexenio, Odilón López Urías y de la persecución de que fue objeto Juan Sigfrido Millán Lizárraga cuando rifó un carro cuyo agraciado fue el ex munícipe rosarense, Gonzalo Gómez Monrreal, padre del Secretario General de Gobierno en la actual administración de Quirino Ordaz Coppel.
Sus adversarios políticos por causarle un daño en su imagen le atribuyeron también actos controversiales y complejos relacionados con el narcotráfico durante su sexenio, pero solo fueron especulaciones y por más que intentaron desprestigiarlo no lo consiguieron.
“El Tigre del Sur” se despidió de este mundo terrenal el día 6 de julio de los corrientes a los 99 años de edad padeciendo un daño cerebral que le provocó la muerte, sin embargo, dejó para las futuras generaciones una huella imborrable en la historia de la política mexicana y desde luego la sinaloense.