Redacción / ¡Aquí… Política con Tambora!
En Sinaloa el PAN se desmorona y no precisamente son las teleras, bolillos o arepas, es es el partido albiazul dirigido por Sebastián Zamudio Guzmán, quien irónicamente lo ha llevado a valer “birote”.
A este tibio dirigente que, a su provecho se ha dejado manipular por intereses ajenos al partido, le apodan “el viajero del tiempo” pues la militancia asegura que llevó al panismo a los años ochenta.
Sebastián Zamudio Guzmán llevó al panismo a los años 80, cuando apenas tenían dos diputados en el Congreso del Estado y hoy irónicamente repite la historia tras el descalabro del 1 de julio.
Y es que actualmente el PAN, sólo cuenta con dos diputados en el Congreso del Estado, elegidos vía representación proporcional y una Alcaldía encabezada por un personaje que no ve en Zamudio a un líder que pueda salvar a este agonizante instituto político.
De acuerdo al testimonio de la militancia, la realidad es que ya no lo quieren al frente por deshonrar los estatutos y tirar a la basura los triunfos de ese panismo fuerte que en su momento moldeó Luis Roberto Loaiza Garzón.
Aquel dirigente que le dio estabilidad y lo hizo conquistar el corazón de los sinaloenses, por el contrario, el actual dirigente se ha encargado de ser el primero en violar los estatutos y aferrarse a la dirigencia como si fuera un monopolio personal, al más puro estilo de Don Porfirio Díaz cuando la aplicó con la República Mexicana, ¿será que se lo encontró en uno de sus viajes en el tiempo y le pidió consejo?… ¿O habrá viajado a la prehistoria y no quiere soltar el hueso del dinosaurio?
¿Será en el PASado donde Sebastián Zamudio invierte su tiempo?, ¿o será en un futuro inexistente?; la respuesta nadie la sabe, lo cierto es que está ausente y según acusa la militancia “es un mozo de Adolfo Rojo Montoya y de otros políticos que se apropiaron de la riqueza del PAN… ahora sí que como suele ocurrir con el “Ojo de Buey”, se comieron la mermelada y dejaron el puro migajón.
Lo cierto es que, entre los Clouthier, Burgos Marentes, “El Popo” Rojo y Sebastián Zamudio, han agarrado al PAN de puerquito o de “Cochito”—como usted lo coma mejor— dejándolo desmoronado y convaleciente.
Hay quienes dicen que el oxígeno viene del sur impregnado de la brisa marina mazatleca y que trae en sus ventiscas algunos minerales de El Rosario. Y es que es precisamente en estos puntos del Estado donde se está gestando un movimiento auténtico de reconstrucción que pretende salvar al panismo y devolverle sus años de gloria.
Para muchos la esperanza radica en un doctor, sí, nada menos que al doctor Manuel Antonio Pineda Domínguez, quien a pesar del contexto adverso que generó el propio panismo, logró reconquistar El Rosario con su trabajo y compromiso erigiéndose como Presidente Municipal por segunda ocasión.
No en vano fue en El Rosario donde líderes y militantes del Partido Acción Nacional participaron en el Primer Foro Regional de Análisis y Reflexión sobre los resultados electorales del 1 de Julio.
Fue allí, desde la emblemática casa de campaña del único candidato panista electo por mayoría en el único municipio ganado en el Estado de Sinaloa, que se acordaron y expusieron los siguientes puntos a la reflexión:
Acción Nacional en Sinaloa debe asumir los resultados electorales con humildad y responsabilidad, entendiendo el costo de las decisiones erróneas y el planteamiento fallido en su estrategia electoral.
Desde nuestra opinión el PAN debe regresar a ser un partido de bases abiertas a la ciudadanía, que invite de manera generosa a lo mejor de la sociedad para participar en sus filas. Cerrar las puertas a los ciudadanos para repartirnos por cuotas los espacios ha sido uno de nuestros principales errores en la derrota.
El PAN debe respetar los derechos que le dan vida a la militancia y trabajar cuanto antes en acabar con los conflictos internos que mantienen una constante punga por los órganos de gobierno del partido.
El PAN debe trabajar forjando liderazgos humanistas, cercanos a la gente, que entiendan con sensibilidad y empatía las demandas de los ciudadanos y sus familias.
En el PAN no debemos condicionar las candidaturas en el juego perverso de grupos de poder.
El PAN en Sinaloa debe acabar con liderazgos mezquinos y de membrete que, en defensa de lo personal, empeñan lo indispensable en la construcción de una Patria ordenada y generosa.
En el PAN debemos asumir la crisis electoral de nuestro partido como una transición pasajera de profundo aprendizaje para los dirigentes formales, los liderazgos morales y la militancia.
Seremos la segunda fuerza política del país, miles de ciudadanos siguen confiando en nosotros, por ellos y por los que alguna vez nos dieron el aval de su voto debemos trabajar unidos, sin odios y sin rencores, en la reconciliación que obliga a construir dirigencias legítimas que dejen atrás atavismos a proyectos unipersonales. México y Sinaloa requerirán de una oposición responsable, unida en los valores del humanismo para la heroica defensa de las instituciones y la legalidad ante la amenaza latente del nacimiento de un nuevo partido de Estado y el presidencialismo sin contrapesos.
El PAN debe recapacitar con madurez para replantearse el futuro, nosotros estamos haciendo nuestra tarea.
Como verá estimado lector, este bloque viene fuerte y no se conforma sólo con una “rebanada”, la exigencia es firme y la reconstrucción del PAN es inminente.