- La actitud despótica y autoritaria del nuevo Alcalde es el tiro de gracia para los escuinapenses
Redacción / ¡Aquí Política con Tambora!
Desde la llegada del doctor, Emmet Soto Grave, como Presidente Municipal, el Ayuntamiento de Escuinapa prácticamente se ha convertido en una olla de presión, pues en las pocas semanas que tiene al frente se ha dedicado a aplicar la “ley del garrote” despidiendo no solo a personal de confianza sino también a sindicalizados. La ley también alcanzó a los síndicos y comisarios de las distintas comunidades, argumentando que todo se debe a una “reingeniería administrativa” lo que es falso y absurdo pues más bien parece que es una cacería de brujas a quienes en su momento no apoyaron sus aspiraciones políticas o, lo que es peor simpatizan con alguno de sus antecesores.
Hay que reconocer que con la llegada de una nueva administración muchos de los considerados empleados de confianza dejan de prestar sus servicios al Municipio, para dar oportunidad a nuevos funcionarios de primer y segundo nivel que el Presidente Municipal decida contratar, sin embargo, en esta ocasión se puede percibir dolo y ensañamiento por parte del Doctor que es un remedo de político, pues los despidos no están siendo al azar y no se está llevando el procedimiento legal que corresponde a un despido pues no se les entregó ni la suspensión por escrito ni mucho menos su liquidación.
Los primeros en ser despedidos fueron aquellos trabajadores que han de recordar fueron sindicalizados al final del periodo el ex presidente municipal, Hugo Enrique Moreno Guzmán entre los que se encuentran: Abel García Aguilar, Alfredo González que laboraba en DIF Municipal; Alberto Crespo, Carlos Navarro. Así como Celia Ruiz, Nohemí Núñez García, Esmeralda Lizárraga, Juan Camacho, Erika Alduenda y Branislaba Aguilera los cuales tenían entre 15 y 23 años laborando para el Ayuntamiento. Aunque se habla de la existencia de una lista de por lo menos 20 trabajadores más que podrían ser despedidos en las próximas semanas.
Lo que llama la atención de esta entorno es la forma tan visceral con la que Soto Grave inició su trabajo, pues cabe mencionar que mucha familia de los hoy despedidos trabajaron para su proyecto sin pensar que les daría un premio de consolación despedirlos al inicio de su gestión. La situación es grave pues dudamos que el sindicato al que pertenecen los trabajadores permanezca tranquilo, pues si bien es cierto existe una fractura a su interior se debe reconocer que Lázaro Isaías Hernández aún mantiene el control y es claro que sus derecho laborales están siendo vulnerados, por lo que pudiera pensarse que la intervención de otros organismos no tarda en hacerse presente.
Lo que parece se le olvida a Emmet Soto es que él también como trabajador forma parte del Sindicato de Trabajadores del Seguro Social que lidera Adrián Manjarrez Lafarga. ¿Qué pasaría si a su regreso se le diera su carta de retiro simplemente porque la visión política al interior del organismo cambió y sus servicios ya no fueran requeridos? ¿Esperaría que el cheque de su liquidación fuera retenido con el argumento de estar buscando recursos para hacerlo efectivo? ¿Entendería que los cambios son “normales” y que tiene que aguantarse? ¿No verdad? Entonces por qué la arrogancia y el despotismo para disponer del sustento de las familias que por años han laborado para el Municipio y contribuido le guste o no en el desarrollo social. Su derecho se lo ganaron y lo menos que puede hacer es respetarlo.
Para que su gobierno sea llevado con humanismo o respeto como lo proclamó, tendrá que hacer su parte, modificar lo que tenga que modificar pero no atente contra los derechos laborales que con sangre de nuestros antepasados se han conseguido. Cuidado doctor a escasas semanas de haber asumido el cargo ya hay quienes lo comparan con el actuar del ex presidente municipal, Bonifacio Bustamante Hernández y sobra decir que no por los aciertos, sino, por la forma de conducirse e, incluso, hay quienes están arrepentidos de haber votado por usted.