A.B.Z.
Sin duda que el son que se baila en la política aquí en Sinaloa es notable y, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, así como el gobernador del Estado, Quirino Ordaz Coppel dan muestras de madurez política hacia los sinaloenses con señales muy claras y de paso las estrategias del Gobierno de México se empiezan a replicar en la tierra de los once ríos y la gestión de Ordaz Coppel ante la federación se ve. Incluso, el Presidente tiene bien puesta la mirada en el puerto de Mazatlán, la tierra del empresario hotelero que tose más fuerte en Sinaloa, tanto, que en una de sus conferencias mañaneras hace unos días mencionó que el Proyecto del Centro Integralmente Planeado de Teacapán (CIP) hoy “Playa Espíritu” del cual dijo que fue una transa entre el Gobierno de Felipe Calderón Hinojosa y el particular, un ex gobernador ya fallecido que por respeto a él no dio su nombre, pero francamente se refirió a ya saben quién. Afirmó AMLO que no debió haberse comprado el rancho “Las Cabras” en 120 millones de dólares y mucho menos meterle más dinero para su desarrollo, ya que, la zona no tiene viabilidad. Por el contrario, esa inversión debió haberse destinado a un costado del aeropuerto de Mazatlán. Con esas afirmaciones quienes saben descifrar mensajes entendieron a la perfección que a López Obrador le gustó la zona del acariciado ejido Barrón o el complejo turístico “Estrella del Mar” de Leovigildo Carranza. Días más tarde, el mandatario estatal fortaleció el dicho del Jefe de la nación y en sintonía externó que, efectivamente, con ese dinero bien pudo rehabilitarse la infraestructura de varios destinos turísticos de México, incluido Mazatlán. Desde luego que estas expresiones de Quirino Ordaz incomodaron a más de alguno que creyó que traficaría con influencias para hacer jugosos negocios cobijado por él, cuando ha sido uno de los más interesados en el combate a la corrupción y que ha implementado estrategias y creado instrumentos para cerrarle el paso a este lacerante cáncer que es el mal de los males.