Redacción
Ahora que el presidente municipal de Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro enfocará sus baterías en el sector Barrancos con miras de remover a los comerciantes que invaden las banquetas, surge una interrogante entre los vecinos del sector: ¿Estrada Ferreiro quitará al hotdoquero de la diputada del PRI Magaly Inzunza?
Y es que resulta que la diputada local priista le renta una casa en esquina a un vendedor de hotdogs y hamburguesas que tiene invadida la banqueta obligando a los peatones a circular por la carpeta asfáltica exponiéndolos al riesgo de ser arrollados por un vehículo.
Los adultos mayores y personas con discapacidades físicas son quienes más sufren ante el bloqueo de este vendedor que tiene acaparada la banqueta confiando en que mientras le pague la renta a su casera, la legisladora, no tendrá problemas con la autoridad.
¿Será?
Ahora que el Alcalde de Culiacán es morenista, ¿le alcanzarán las influencias a Magaly Inzunza para seguir protegiendo a su hotdoquero?
El establecimiento irregular ya está convertido en un restaurante de “perros calientes” ubicado sobre el boulevard Benjamín Hill y la calle Rosendo Rodríguez, donde algunos vecinos se quejan por la obstrucción de la vía pública.
“Nosotros esperamos que Estrada Ferreiro se ponga las pilas y quite a ese señor que navega con bandera de influyente, también exigimos un llamado de atención para la legisladora, no es justo que siendo ella una representante del pueblo, su propia vivienda sea un homenaje a la impunidad y no haga respetar las leyes y reglamentos”.
“Es una peste que no se aguanta por el aceite rancio que se está pegando en las banquetas y la calle, el hotdoquero tira muchos productos, tiene bolsas apiladas que a veces destrozan los perros, desperdicia mucha agua y lo peor es que no se puede ni caminar por la banqueta, que alguien le ponga un alto por favor”, clamaron algunos vecinos cuestionados que ya están cansados de este creciente problema.
Los afectados demandan acciones reales, ya que Barrancos se ha convertido en un corredor de negocios informales que se adueñaron de las banquetas, ganándose el apodo de “Tacometrópolis”.