Alejandra Morales
La mujeres somos violentadas de tantas maneras cada día, ya sea porque somos sentidas, queremos tener la razón en todo o por apariencia. Si somos feas o guapas, gordas o flacas, voluptuosas o planas. Nos tiran besos, silbidos o piropos, en la calle, la escuela, trabajo y, a veces, hasta en casa. El problema viene cuando preguntamos el motivo y nos responden que es culpa nuestra por ser muy provocativas o por no ser lo suficientemente buenas.
La propuesta que busca eliminar los concursos de belleza en el país para poner su grano de arena y que la violencia simbólica ya no sea algo de día a día para cada mujer es el conjunto de iniciativas de las diputadas Beatriz Rojas Martínez de Morena, María Guadalupe Almaguer Pargo y Frida Alejandra Esparza Márquez de PRD.
Primero que todo, hay que conocer el término violencia simbólica. Este es un concepto creado por el sociólogo Pierre Bourdieu para nombrar la violencia que se le proporciona a una persona sumisa de manera leve que suele pasar desapercibida y es aprobada por la víctima, volviéndose cómplice de dicha dominación. Este tipo de violencia busca ser incluido en los tipos de agresión hacia la mujer, pues se produce en prácticas cotidianas y genera muchas repercusiones durante su vida. Un ejemplo de esto en la vida cotidiana es la demostración de violencia hacia la mujer como publicidad, fomentándola de manera indirecta.
El humillar, ignorar, chantajear emocionalmente, culpabilizar, controlar, invisibilidad, etcétera, son maneras en las que una persona es agredida de manera imperceptible, lo cual es algo frecuente en la vida del género femenino.
La violencia simbólica tiene un fuerte impacto en cómo debemos de ser física y mentalmente, en cómo nos debemos de comportar y cómo deben de ser nuestros cuerpos. Esto genera muchas consecuencias a lo largo de nuestra vida, la mayoría de estas desde una edad muy temprana, llegando a desarrollar trastornos de conducta alimenticia como la anorexia, bulimia, pregorexia, vigorexia, lightorexia y ortorexia.
Dichas enfermedades nos persiguen siempre, haciendo que nos comparemos con otras mujeres, que nos sintamos menos y creamos que no somos suficiente, volviéndonos inseguras tanto en cosas que hacemos, que no hacemos, como nos vemos y como no nos vemos. Esto puede hacernos entrar en relaciones tóxicas y creer que lo merecemos, por sentir que no encontraremos a alguien que nos quiera sin vernos de cierta manera.
¿Cómo fomentan los concursos de belleza la violencia simbólica?
En los concursos de belleza, las mujeres son vistas como objetos, no tanto por el propósito que estos puedan tener, sino por la forma en la que se ven, brindando una imagen de cómo debemos de vernos según el ojo público. Por lo cual, desde pequeñas, muchas niñas buscan ser perfectas, obligándose a lucir como aquellas modelos que ven en los medios, y llegando a odiar todo lo que no es “bello” para los demás, como las estrías, celulitis, pecas, vello corporal, acné, arrugas, entre otros cambios que el cuerpo sufre de manera natural a lo largo de su ciclo de vida.
En las categorías infantiles, pueden participar desde los 19 meses hasta los 12 años, volviendo a estas niñas precoces al tener que parecer modelos de mayor edad y promoviendo la hipersexualización de estas, sin hablar acerca de la dudosa voluntad de la participante para entrar a la competencia.
Esto puede generar trastornos como la depresión, ansiedad y baja autoestima, pues los medios de comunicación en donde transmiten este tipo de concursos y redes sociales, como Instagram en el que publican imágenes de mujeres con cuerpos “perfectos”, aumentan el deseo de verse de una manera casi imposible y se sienten mal al no conseguirlo.
¿Quién define lo que es bello? ¿Por qué se tiene una imagen especifica de una mujer bella cuando realmente eso es relativo? Los certámenes de belleza te imponen lo que “es” la belleza, pero eso no lo deben de decidir ellos, sino cada persona. No debemos de basarnos en los estereotipos de género ya preestablecidos en dichos programas, y no solo buscar vernos bien, sino el estar sanas tanto de forma física como mental.
Los concursos de belleza empoderan, sí, pero a minorías, y deja mucha negatividad detrás. Lo que estos certámenes logran en el ámbito social se puede hacer sin modelaje ni coreografías, solo se necesita de personas activistas que busquen un cambio significativo. No hay necesidad del morbo para lograr un impacto al mundo.