“Enseñar es aprender dos veces” Joseph Joubert.
Dámaris López
Los padres de familia no han podido gozar de un descanso mental en este periodo de asueto, son muchas las preguntas y preocupaciones que los aquejan para el próximo ciclo escolar: ¿cómo iniciarán? ¿virtual? ¿presencial? ¿modelo híbrido? ¿cuáles serán las medidas en las escuelas? De ser las clases virtuales ¿están preparados mental y tecnológicamente?
El COVID-19 cambió la rutina y la educación no fue la excepción, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) reveló que más de mil millones de alumnos, 90 por ciento de la población estudiantil mundial, dejó de asistir a la escuela para resguardarse en casa y disminuir riesgos de contagio de la pandemia.
Este virus que se originó en un mercado de mariscos en Wuhan China aún causa miles de muertes no solo en México sino en varios países y los pronósticos señalan que seguirá presente durante varios meses o incluso un par de años, entonces … ¿cómo adecuar la educación a una nueva realidad?
En nuestro país la Secretaría de Educación Pública lanzó el programa “Aprende en Casa” con un 94 por ciento de cobertura, ya sea mediante internet, televisión o radio, se logró llevar los contenidos del ciclo escolar 2019-2020 y hacer énfasis en los aprendizajes clave.
En Sinaloa, Juan Alfonso Mejía, secretario de Educación Pública y cultura destacó que mediante una encuesta a 75 mil padres de familia y docentes detectaron que 9 de cada 10 calificaron la estrategia de buena o excelente.
Desde los hogares tanto las y los jefes de familia, así como docentes realizaron un esfuerzo que se reconoce para continuar con el proceso de enseñanza-aprendizaje, en pocos días se transitó de las clases presenciales a las virtuales movilizando a todos los niveles, los espacios de un hogar se convirtieron en un pedacito de “aula”.
Los maestros adecuaron los contenidos y obligados por la urgente realidad tuvieron que hacer uso de plataformas tecnológicas como Zoom, Google Drive, Google Classroom o intensificar los correos electrónicos, así como duplicar los grupos de WhatsApp.
A su vez los padres de familia se esforzaron y se convirtieron en guardianes y fuente importante de apoyo del proceso. En redes sociales fueron constantes los comentarios buenos, regulares, malos y hasta convertidos en memes con respecto a esta labor.
Pero no todos fueron privilegiados, las desigualdades sociales y económicas también repercuten en la educación ya sea por falta de recursos para la compra de celulares inteligentes, una computadora o conectividad a internet la cual varia de las zonas urbanas a las rurales y entre los estados de la república.
De acuerdo a la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares del INEGI, en 2018; el 65 por ciento de la población de 6 años o más en nuestro país es usuaria de internet, lo que se traduce en 74.3 millones de personas.
Un total de 52.9 por ciento (18.3 millones de hogares) tiene conexión a internet, en Sinaloa la cifra promedio es de 60 por ciento, pero en contraste en estados como Oaxaca y Chiapas es de 29.5 y 24.6 por ciento respectivamente, ¿cómo afectó la falta de conectividad en el aprovechamiento de los alumnos? Es clara su desventaja en un mundo que tiende a la digitalización.
En educación superior la situación no fue diferente, las instituciones en el país se adecuaron a las circunstancias y transitaron al modelo virtual, no pararon actividades y cumplieron con el deber de la enseñanza.
La Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) reportó que 57 mil 643 estudiantes concluyeron el ciclo escolar en línea, además a partir del 10 de agosto los docentes se reincorporan de manera virtual a actividades como cursos de capacitación.
¿Cuál es la lección que deja el COVID-19 para el sistema educativo? La urgencia de capacitar a los docentes y personal educativo en las nuevas tecnologías, facilitar a los alumnos y padres de familia la incorporación de las mismas en la enseñanza-aprendizaje y no solo para utilizar redes sociales, el internet es una herramienta con muchas ventajas y la llave a un mundo de posibilidades, pero ese mundo debe ser accesible; llegar a todos los niños, niñas y jóvenes estudiantes hasta el último rincón para que tengan la misma oportunidad.
Por otra parte, hay inquietud ante la posibilidad del regreso a clases virtual, con la reactivación económica padres y madres de familia deben laborar o buscar un nuevo empleo, ¿quién cuidará de sus hijos que en muchos casos permanecerán solos en casa por horas y estará pendiente del correcto uso de un celular o la computadora? El problema se agudiza con las jefas de familia que encabezan poco más de 8 millones de hogares.
También, de regresar al modelo presencial o híbrido ¿cómo se aplicarán medidas de sanidad? ¿sobre los maestros recaerá la responsabilidad de preparar clases, estar frente a grupo y cuidar que los alumnos se tapen la boca al estornudar? Es difícil controlar a un grupo de 30, 40 o más estudiantes, mantener la distancia y evitar el contacto entre personas.
Ante varios escenarios a nivel mundial, la UNICEF recomienda tener en cuenta la salud, beneficios y riesgos; por lo tanto, los países deberán evaluar condiciones particulares en cada localidad, la infraestructura escolar, servicios de agua potable y condiciones de higiene, así como procedimientos de limpieza; pero sabemos de antemano que en México decenas de escuelas no tienen agua, sanitarios dignos, un conserje o artículos para realizar el aseo.
Sin duda son muchas las lecciones que deja el COVID-19 en materia educativa, la primera es apreciar el esfuerzo que se realiza para encausar a los niños, niñas y jóvenes, ahora en las familias ya se dieron cuenta que no es sencillo ser docente porque además de paciencia es necesario preparar todos y cada uno de los temas con técnicas adecuadas para el aprendizaje.
La pandemia vino a recalcar las carencias de la infraestructura escolar básica pero también tecnológica y la Nueva Escuela Mexicana debe hacer realidad la incorporación de la computadora e internet, además, de la capacitación docente en la materia para el impulso de la enseñanza-aprendizaje, y no solo para llenar formatos y enviar evidencias.
La lección del COVID-19 es que el sistema educativo requiere de todos para un resultado de éxito y que no solo depende de la autoridad, cada quien, como un componente de una máquina debe hacer su parte y ninguna es más o menos.
La valiosa lección de esta pandemia fue la importancia de la escuela para la vida educativa, social, económica y familiar de este país; con defectos y virtudes las personas se dieron cuenta del real valor de una escuela, de un maestro, una clase, un contenido, actividad, tarea y de la convivencia.
Por ahora, resta prepararse para los retos del ciclo 2020-2021, mejorar lo que se deba, rescatar lo bien hecho, mentalizarse y, ante todo: aplicar una actitud positiva en materia de educación para el aprovechamiento de los contenidos.