Xicoténcatl Barajas
Anunciaron con bombo y platillo que dejaban el PRI donde militaron por años, el que los vio crecer política y económicamente, que les dio oportunidades en su época de gloria y que ahora que está moribundo lo abandonan.
Renuncian al tricolor después de que fueron parte de gobiernos supuestamente corruptos, cuando ellos mismos contribuyeron en generarle esa imagen de repudio ciudadano.
Ellos son el expresidente municipal de Escuinapa, Ismael Burgueño Niebla y su secuaz Jorge Hariz Piña, los dos ex presidiarios que fueron encarcelados por mandato de un juez federal luego de que se les fincó responsabilidad por delitos de peculado y malversación de recursos públicos.
Ambos tienen una mancha más grande que la pobreza que los alcanza hasta en su sombra y que se ha vuelto una cruz muy pesada que los viene calando de por vida y que puede ser la frustración que sienten por no conseguir de nuevo el poder ya ido del que gozaron.
Ismael Burgueño fue Alcalde en el segundo trienio del entonces gobernador de Sinaloa Renato Vega Alvarado, y Jorge Hariz Piña lo acompañó en su funesta administración como Director de Desarrollo Social, posición clave donde aterrizaban los recursos federales para obra pública, de ahí el amor de este ex recluso por convertirse hasta estos días en constructor asociado con el ingeniero Manuel Ochoa, gerente de Obras Públicas del Gobierno morenista de Culiacán que encabeza Jesús Estrada Ferreiro.
La mala suerte de estos siniestros políticos fue que en el año de 1998 las elecciones a la Presidencia Municipal de Escuinapa las ganó el Partido Acción Nacional en la persona de Alberto Ramos Corona, quien se vio favorecido con el voto popular por el repudio de los escuinapenses hacia estos, quienes a la postre fueron demandados penalmente por el edil que hoy sin vergüenza alguna funge como regidor de MORENA dejando en el pasado también las doctrinas panistas.
La historia que dejaron registrada estos dos políticos renegados de sus orígenes tricolores es muy oscura, tanto, que pasan y pasan los años y no se borra, aunque se resisten y con chantajes quieren asustar con el petate del muerto al partido que los alimentó y al mismo que defraudaron y traicionaron.
Sin embargo, ellos aseguran que su renuncia le abrió un “boquete” al PRI en el municipio de los jorobados, pero la gran mayoría de los militantes de un padrón de casi 6,000 afirman que el haberse ido le beneficia al ex invencible que todavía no se repone de tantos escándalos de latrocinios que estos “angelitos” cometieron en el pasado y que buscan aferrados regresar por sus fueros.
¡Los escuinapenses que juzguen!