A.B.Z.
Gracias Dios mío por permitirme seguir en este mundo terrenal y brincar a este año 2021, cosa que no fue fácil porque mi mermada salud y encima el letal coronavirus estuvieron a punto de acabar con mis 77 años de vida, pues sufrí mucho desde el 23 de noviembre hasta finales del 2020 que dejó desventuras y cicatrices en todo el mundo. Pero bendito el todopoderoso aquí me tienen estimados lectores aportando un granito de arena por mi Sinaloa querido, tratando de entender y explicar el acontecer político contemporáneo que se vive rumbo a las elecciones de junio, las que se presagian como las más complejas en la historia reciente. Y es que, las nuevas formas de hacer política cambiaron tanto en los últimos años que, resulta ser una capirotada la conformación de las mentadas alianzas partidistas; además, la participación de mucha gente sin oficio político y falta de identidad ideológica tienen confundida a la sociedad y escéptica en participar, por lo que se vislumbra que no es una defensa o representación real para el pueblo, y ni siquiera la intención de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, sino, más bien se notan los intereses grupales y personales de quienes pretenden un puesto de elección popular, ya sea la gubernatura, alcaldías, diputaciones federales y locales. Por lo pronto, las guerras intestinas en los diferentes partidos políticos se están dando sin tregua; hay acusaciones mutuas entre grupos y personas; campañas negras con la utilización de politólogos y falsos analistas a través de redes sociales y medios de comunicación sin las reglamentaciones debidas de la Secretaría de Gobernación y del INE que dañan la imagen de adversarios políticos entre sí, pues todos se sienten con derecho de ser los elegidos; hasta los institutos políticos de nueva creación que prometieron cambios y no ser más de lo mismo han caído en la ambición desmedida del poder, a costa de lo que sea y como sea, enseñando el cobre y de que están hechos, por eso, es de dar tristeza el ver cómo están devaluando más la actividad política en vez de dignificarla…Y me despido con decir que: ¡La Libertad de Expresión es Nuestra Mejor Arma de Justicia Social!