Xicoténcatl Barajas
Llegó a Escuinapa a sus 34 años de edad trabajando como gerente de la cervecería Carta Blanca y después se convirtió en concesionario y amigo de todo el pueblo, más de los asiduos bebedores de las suculentas bebidas ambarinas que vendía.
Don Francisco Narcio Trasviña, originario de Ahome echó raíces en “la perla camaronera” donde vivió 50 años junto a la ejemplar familia que allí formó.
Narcio, por su edad decidió dar un giro radical en sus labores y emprendió como empresario un taller de cluth y frenos hace algunos años, por cierto, muy exitoso como lo fue toda su vida.
También incursionó en la fruticultura, pues se dedicó, si no del todo, sí cada temporada al cultivo de mangos de buena calidad.
Hombre honesto, respetuoso, trabajador, sencillo y padre ejemplar, deja una huella imborrable en el terruño adoptivo, el cual quiso más que a su propia tierra natal.
En el trajín de periodista tuve el gusto de conocerlo y tratarlo, siempre aprendiendo de él muchas cosas, pues, aunque no participaba directamente, sí le entendía bien a la política y, entre pláticas y beberecuas, en las que uno de sus hijos – “Panchillo”- quien me honra con su amistad y su compadre ya finado, Basilio Aranguré “El Cautín”, atestiguaban y se carcajeaban por las socarronas conversaciones bohemias que se alargaron muchas veces, quedando una pendiente.
Descanse en paz el buen amigo, Francisco Narcio Trasviña.