EL PODER Y EL CIUDADANO SINALOENSE

Redacción

Con las líneas de gobernabilidad en un solo cauce navegando juntas, afianzado sus bastiones en el poder administrativo, legislativo y jurídico, la administración de Rubén Rocha Moya en el Estado de Sinaloa tiene un reto permanente el cual será el más difícil: reestablecer el tejido social sinaloense.

Con los enemigos u obstáculos políticos de grupos e individuos fuera de la jugada que se alzaron confiados en dar batalla al mandatario del ejecutivo estatal y sus huestes, y que terminaron siendo víctimas del dinamismo del poder, además, sin partidos políticos que estén para nivelar la balanza, el papel de una ciudadanía activa en las decisiones del porvenir social se hace inminente, tal vez lo que siempre ha debido ser.

La apertura de Rocha Moya a escuchar los reclamos ciudadanos, cierta crítica y un acercamiento a la realidad social que lo diferencian de sus antecesores pueden marcar una pauta de referencia para cimentar una relación estable entre el gobierno y el ciudadano.

Un ejemplo de esto son las semaneras donde el gobernador ha asumido el reto de establecer una comunicación cara a cara con el sector de los medios de información, actividad criticada por muchos y aprobada por otros tantos que ven en esto un ejercicio de participación e inclusión.

Por otra parte, entablar un diálogo abierto con los grupos afectados por las marginaciones del sistema, pues parece que ya no solo se recibe para calmar el fuego momentáneo de una manifestación, se ha vuelto un ejercicio recurrente en la agenda administrativa actual.

Dependerá también del compromiso civil que los distintos grupos sociales o sectores empeñen en dicha tarea, puesto que, depender de representantes políticos que aboguen por los derechos todo el tiempo, sería repetir viejos esquemas de dominio a los cuales se ha acostumbrado la sociedad mexicana, la casi eterna dependencia en la figura de caudillos.

Será importante entender que la exigencia de la plena validez y ejecución de los derechos se convierta en un hecho cotidiano que no solamente quede en discursos retóricos e inflados por una falsa empatía, el contrapeso ciudadano será exigir lo que le corresponde como tal.

La fisura abierta por la actual administración, en su mayoría con origines en la lucha social del siglo pasado y el avisado ojo ciudadano que cansado de figuras políticas que han abusado de su confianza, puede ser aprovechada para llevar a cabo un cogobierno en donde el político y el ciudadano reestablezcan un canal de comunicación perdido durante mucho tiempo.

El gen izquierdista de Rocha Moya parece no quedar en el olvido con las acciones de índole social que ha estado llevando a cabo, se espera entonces que ese ritmo no se pierda, pues, ha alentado a la ciudadanía a una tarea de reconversión a gran escala, a estar atenta, sobre todo, de los movimientos del poder.

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