- Juan de Dios Gámez Mendívil ha establecido una dinámica de equilibrio, la confianza depositada en él debe ser el incentivo de mantener un ritmo ameno que siga cosechando la armonía social del pueblo culiacanense
Redacción
Con el desmantelamiento desde las entrañas del Ayuntamiento de Culiacán del cártel político creado por ex presidente municipal, Jesús Estrada Ferreiro, conformado por infames cabecillas como Othón Herrera y Cairo o Issel Guillermina Soto, tras casi 4 años de infortunios y baches que coagularon un retroceso social, los ciudadanos pueden respirar otros vientos políticos que soplan en el municipio.
Tras el enfriamiento de la polémica reyerta que se suscitó para tener un nuevo alcalde sustituto en la capital sinaloense, Juan de Dios Gámez Mendívil da muestras de una política comprometida con subsanar las faltas cometidas por la anterior administración.
Sacudiéndose el ataque mediático de quienes lo calificaban como el “súper alcalde” y lo denostaban por ser ahijado del gobernado Rubén Rocha Moya, se reconoce que ha sabido mantenerse centrado en el trabajo netamente administrativo del municipio, una atención de la cual se había carecido.
Pero más allá de la reconciliación de diversos sectores afectados por el régimen “estradista”, un paso imposible de saltar y necesario, Gámez Mendívil comenzó una prolongada tarea a futuro pero que de ser ejecutada satisfactoriamente lo colocarán como un edil que el pueblo culiacanense recordará con aprecio.
Dicha labor no consiste en otra cosa que la reparación del tejido social de la ciudad de los 3 ríos, comenzando con pequeñas pero necesarias tareas que a muchos políticos les causan un severo cuadro de repulsión severo, es decir: la atención de los servicios más básicos y bienestar civil que un ayuntamiento y la administración municipal deben de proporcionar a sus ciudadanos.
Con campañas de arborización, el cuidado del peatón, limpieza exhaustiva en cada uno de los rincones culichis, pues, es una realidad que la ciudad se encontraba en un completo abandono en ese aspecto hasta su llegada, así como el regreso de la descacharrización continua, eficiencia en el servicio de recolección de basura, mantenimiento de luminarias y el trabajo de bacheo y reencarpetado, son de las cosas básicas que la nueva administración a puesto en marcha de manera efectiva, sin dejar de lado una gran campaña de reporte ciudadano que permita agilizar la detección de estas necesidades y darles la atención requerida de manera inmediata.
No obstante, también resalta el hecho de que el alcalde Gámez Mendívil ha sostenido un contacto directo entre el ciudadano y la autoridad, visitando colonias populares y zonas rurales que requieren atención inmediata.
Como fue el caso del hospital pediátrico y las personas que aguardan por la salud de sus seres queridos internados, quienes además de la preocupación familiar por años han sido azotados por la inseguridad del sector, recibiendo la respuesta inmediata de la comuna con luminaria nueva y la concentración de una parte del cuerpo policial municipal dando rondines.
Con la sincronía que se tiene entre el gobierno municipal y Rocha Moya, se han comenzado a observar las primeras obras e inversiones de infraestructura con sentido social, trabajos que beneficiaran a la ciudadanía y que prácticamente habían desaparecido desde el año 2018.
Con la nueva cara que se está moldeando en Culiacán, la inversión perdida por el sector económico que fue ahuyentado y amedrentado por Estrada Ferreiro, ha iniciado a tener más cercanía y ánimos para colaborar con el desarrollo municipal, una noticia importante en este sentido es el regreso de los certificados CEPROFIES.
Lejos de darle gusto a unos cuantos y de calmar las aguas de los agitados al calor del momento, como se ha especulado, Juan de Dios Gámez Mendívil ha establecido una dinámica de equilibrio, la confianza depositada debe ser el incentivo de mantener un ritmo ameno que siga cosechando la armonía social del pueblo culiacanense, tomando en cuenta el ojo crítico que le permita vislumbrar los paisajes de atención ciudadana que el mareo etílico del poder no permite contemplar a muchos otros políticos.
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