Redacción
México, país complejo social y culturalmente caracterizado por su diversidad a lo largo y ancho de su mapa geográfico, desgarrado por la tragedia, atraviesa un tiempo de política salvaje, una vorágine de poder que tiene como meta las elecciones del año 2024, donde se sucederá al polémico e histórico triunfador del proceso electoral del 2018, creador del actual partido hegemónico, el Movimiento de Regeneración Nacional: Andrés Manuel López Obrador.
La disputa verdadera por quién será el nuevo presidente de la república mexicana no se desatará el día de las votaciones, sino que, ya ha comenzado desde el círculo más cercano a AMLO, pues, no es un secreto que nombres como Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y Ricardo Monreal sean ubicados como los famosos “presidenciables”.
La llegada al poder en el 2024 concierne solamente a las filas morenistas y sus facciones o células, encabezadas simbólicamente por una de estas “corcholatas”, mientras que la oposición que han tratado de constituir el PRI, PAN y PRD, tendrá que conformarse a lo mínimo con salvar lo que queda de sus partidos.
Pero hay un nombre que, entre el bullicio de los precoces aspirantes que ya están en actos de campaña y abiertamente se han autoproclamado como la/el sucesor de López Obrador, y corresponde a Adán Augusto López Hernández, quien, con un perfil bajo, inclusive subestimado, ha comenzado a moverse pasando casi inadvertido en el radar del análisis político, más allá de la especulación de ser una “corcholata” más de AMLO, pero con una estrategia política eficaz.
Hombre cercano y de todas las confianzas de AMLO desde hace más de 20 años, coordinador en la región sur del país de su histórica campaña en el 2006, diputado federal y senador por el PRD, después MORENA, ostenta un perfil político que lo llevó a convertirse en el gobernador de Tabasco durante 3 años, cargo que abandonó para ser secretario de Gobernación del país con su compañero de lucha social de tantos años y paisano, quien, a su vez, ahora es presidente de la nación mexicana.
Ser el segundo y brazo fuerte del gobierno de Andrés Manuel López Obrador le ha permitido tener una radiografía política y social del país, desde el silencio y de manera meticulosa, pasando desapercibido también para sus compañeros, el tabasqueño comienza a atraer las miradas pues podría ser el artífice de un factor sorpresa.
López Hernández se ha encargado de poner orden y coordinar estrategias nacionales con los distintos grupos de poder en el país, ya sean morenistas o no, así como calmar las aguas de asuntos sumamente importantes, como celos políticos de muchos personajes.
Mantener el equilibrio en la recta final del mandato de AMLO ha sido una de sus tareas principales a un año de haber asumido dicho cargo, si hay alguien en quien el mandatario del ejecutivo federal confía: es en él.
Además, quien se asemeja a la política de López Obrador, a diferencia de sus otros compañeros en la administración de la 4T que parecen solo usar el rostro y el discurso obradorista para aventajar electoralmente, ganándose la devoción de las masas.
En cambio, el secretario de Gobernación parece no olvidar el importante trabajo que conlleva dicho cargo, pues se trata de nada más y nada menos que mantener la gobernabilidad y la estabilidad política de México en todas sus variantes.
En el caso de Sinaloa, Augusto López parece haberse entendido con el líder del Partido Sinaloense, Héctor Melesio Cuén Ojeda, quien ha sido uno de los pocos políticos mexicanos que abiertamente han hecho público su apoyo para quien consideran ser el abanderado y sobre todo quien cuenta con la aprobación presidencial para serlo.
Geopolíticamente Sinaloa es un Estado estratégico de suma importancia, tal vez no por su padrón electoral que no se compara con el de Estados centrales, no obstante, el factor económico y político de sectores productivos, empresariales, sociales y hasta del “hampa”, son determinantes en los relevos políticos que suscitan cada tantos años a nivel nacional.
El territorio sinaloense es cuna importante de muchas cosas que sostienen la base del país mexicano, pese al estigma con el que se le etiqueta, Cuén Ojeda, conocedor del ámbito político local y de sus entrañas, ha dado el primer paso para ser quien opere una logística de tal importancia.
Dicha bisagra ofrecida por el PAS en caso de que se oficialice a su apostado gallo tabasqueño, ofrecerá una ventaja de suma importancia en la región noroeste del país, mapa territorial de donde gran parte del esplendor y poderío económico mexicano se desprende.
Las alarmas para grupos opositores, disidentes o que no congenian con el segundo hombre más poderoso de la política nacional, se encendieron, pues, es imposible que sí Adán Augusto López Hernández quiere ser presidente no comience a operar.
Pero a diferencia de lo ruidosos que pueden ser las otras “corcholatas”, López Hernández prefiere un estilo silencioso, metódico y de confianza, moviendo fichas profundas y claves en el mapa mexicano más allá de los discursos públicos que se los lleva el viento, la opción de cimentar alianzas estructurales parece ser otro punto más a su favor y que lo acerca a ser el elegido en el 2024.
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