Xicoténcatl Barajas
Lamentable espectáculo el que propició la elección de consejeros del Movimiento de Regeneración Nacional en distintos Estados del país mexicano, con escenas que fueron desde los golpes entre votantes y encargados del proceso, hasta la quema de urnas y trifulcas enardecidas por supuestos fraudes perpetrados en la votación.
Fueron miles los que participaron en la contienda, supuestamente democrática, pero en los números finales se favoreció a gente allegada a cabecillas importantes de MORENA con aspiraciones electorales futuras y a infiltrados ajenos a la fundación y trabajo del partido desde hace años.
De nueva cuenta salió a relucir un hecho irrefutable: el desplazamiento de los verdaderos militantes morenistas, aquellos de cepa que con el esfuerzo y la esperanza en los años de incredulidad no le dieron la espalda al movimiento que se volvió hegemonía en el poder.
En cambio, se beneficiaron aquellos políticos chatarra o migrantes que, provenientes del PRI, PAN o PRD, buscan de manera oportunista de hacerse con un hueso desde las filas del partido guinda, pues, han visto como sus viejos gremios van en decadencia y quieren aprovechar el efecto tsunami que ha llevado a MORENA al triunfo en las últimas elecciones estatales y federales.
La infiltración en las filas morenistas es indiscutible, cada día se destapan figuras políticas que descaradamente se autoproclaman como morenistas asiduos y fieles a los mandatos de la cuarta transformación, todos “charolean” con ese discurso con tal de hacerse un espacio en el sistema.
Ante este panorama, el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador y el dirigente nacional de MORENA, Mario Delgado Carrillo, minimizaron los actos violentos y la evidente parasitación del movimiento.
¿Pesan más los intereses políticos que la verdadera democracia dentro de la cuarta transformación?
Resultan inverosímiles los ataques de López Obrador al Instituto Nacional Electoral y la amenaza constante de una reforma electoral, para empoderarse aún más, cuando las elecciones internas del partido del cual es líder moral todavía, fueron un rotundo fracaso democrático.
Sinaloa no fue la excepción y lo que parecía una oportunidad para sentar las bases morenistas de una estructura firme, terminó con un partido a nivel estatal infiltrado estratégicamente para diezmar su poderío de cara al 2024, fragmentándolo y a la vez como barco de salvación para políticos reciclados que, lejos de abonar algo positivo a su avance solo buscan llegar a un puesto y seguir colgados del erario, principalmente, disidentes del viejo PRI.
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