Redacción
Tras una cruenta y mediatizada persecución política en contra del presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional, Alejandro Moreno Cárdenas, el conjunto tricolor cedió ante la presión ejercida por parte del gobierno federal y compañía, y ahora rinde una total lealtad a las decisiones tomadas por el jefe del ejecutivo federal, Andrés Manuel López Obrador.
La lista de fechorías de “Alito” se extendió semana tras semana, con Layda Sansores al frente de dicha campaña inflando un globo que terminaría por estallar de manera estrepitosa para el ex gobernador de Campeche, fue este el talón de Aquiles de un debilitado PRI al borde de la extinción en la política mexicana.
Así fue cómo AMLO y sus secuaces se alzaron con la victoria, pues además de doblegar a dicho partido terminó por fracturar la alianza “va por México” que sostenía con el Partido Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática, estragos que a nivel nacional se han hecho sentir, dividiendo por completo a los militantes de estos grupos.
Una jugada que deja el camino limpio para coronarse con el Estado de México en el 2023 y asegurar lo mejor posible el relevo presidencial en el 2024, dejando claro que la disputa por el nuevo presidente no será con una inexistente oposición sino entre las filas del Movimiento de Regeneración Nacional.
Causando a la vez disidencias entre la militancia del resto de los estados mexicanos, pues, algunas sedes del tricolor se han ido adhiriendo a los mandatos de MORENA con sus respectivos gobernantes, mientras otros muestran una parca e indefensa propuesta de resistencia, abandonados por líderes que fueron beneficiados con el manto de López Obrador con alguna embajada o puesto en su gobierno.
La muestra evidente de que el “PRIMOR” es una realidad en el gobierno mexicano se dio instantáneamente cuando los legisladores priistas anunciaron su aprobación a la escalada militar que AMLO pretende eternizar en las calles del país, lo que hizo llover críticas de diversos sectores, pues, se hizo evidente el fin de las persecuciones y, además, la alianza o servidumbre del PRI a MORENA para limpiar el nombre de unos cuantos.
Triste panorama el que se presenta para la aparente democracia de México, pues, se ha cerrado la llave a la diversidad de las decisiones que marquen el futuro del país, con los poderes ejecutivo, legislativo y judicial sirviendo a una sola mano quedando claro que cualquier político que se oponga a esta línea sentirá en toda su persona el peso de esas fuerzas hasta doblegarse.