Redacción
La administración municipal de Juan de Dios Gámez Mendívil ha sabido darle respuesta a las complejas demandas ciudadanas de cientos de culiacanenses que no veían la luz al final del túnel, esto tras las estrepitosas administraciones anteriores que se caracterizaron por el jugueteo en tan importante puesto.
Reconocido por el secretario de gobernación, Adán Augusto López y, por el propio presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, quien le dirigió sus mejores deseos cuando le dijo “ahí la llevas, échale ganas”, palabras que te atestiguó un gran público, Gámez Mendívil y su equipo de trabajo han redirigido el rumbo de la capital sinaloense.
Esto lo han notado los distintos sectores sociales y figuras políticas, quien ya han encontrado en el joven alcalde de Culiacán la imagen de un prospecto político a tomar en cuenta, pues, de cara al futuro y al relevo generacional que se avecina, Gámez Mendívil es parte de una oleada juvenil y vanguardista que está acorde con los tiempos que se viven.
Sin marcha forzada y sin hacer de su trabajo un trampolín para vacantes futuras, Juan de Dios ha gestionado una administración acorde a la política de transformación estatal con el marcado sentido humano y social, encabezada por Rubén Rocha Moya, quien ha puesto en sus manos bajo su total confianza, nada más y nada menos que la capital de Sinaloa.
Una tarea para la cual el actual gobierno ha mostrado estar a la altura, saliendo al paso de los atolladeros que retenían la fuerza del progreso, renovando la imagen de la entidad que es la cara sinaloense frente a la nación y el mundo, para esto ha requerido de la vocación y compromiso de un equipo joven y de confianza que se ha ido fogueando en la recopilación de experiencia.
El escepticismo producto de una escandalosa, pero poco objetiva oposición ha errado en sus predicciones catastróficas que abonan poco al bien colectivo, ya que, en Culiacán se siente y respira un aire distinto que ha revitalizado a su gente y poco a poco ha ido tejiendo un nuevo lazo relacional entre sus gobernantes y el pueblo.
Mucho ojo, pues el curso de esta nueva política está haciéndose un lugar en una apática y cansada sociedad de los mismos rostros, brindando la confianza para la implementación de estrategias de gestión y transformación económicas, culturales, sociales e incluyentes de manera inédita, que aglomeran a todos los sectores y voces que conforman a la sociedad «culichi».
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