A.B.Z.
Al momento de dictar con voz pausada para la redacción de esta columna periodística lo hago con muchas complicaciones de salud, pero con la misma convicción y compromiso social que cuando decidí dedicarme al periodismo desde 1963 al lado de mi cuñado y maestro, Ramón Martínez Montes, fundador y primer presidente de la Asociación de Periodistas de Sinaloa. Y espero que no sea la última ocasión que lleno este espacio en la revista que fundé el 1 de octubre de 1976, pues a mis 80 años de edad y ya mermado de salud, tengo dos meses soportando más duro los embates de las enfermedades que padezco y, aun así, he podido resistir dos cirugías en tan solo un mes, por cierto, con muchas penurias por el destartalado sistema de salud pública que ofrece la cuarta transformación y que parece que es el enemigo principal de nosotros los enfermos y, más, por ser adultos mayores no se nos da la atención digna como debiese tener todo ser humano. Desgraciadamente para la mayoría de los médicos y enfermeros de los nosocomios que subsisten con el dinero del pueblo, simple y llanamente resultamos ser números que engrosamos las cifras de posibles mortales. Pero mientras pueda y tenga la oportunidad para señalar los abusos y negligencias de “la mafia de bata blanca” que opera con tal impunidad en Sinaloa, traficando con enfermos de hospitales públicos a clínicas privadas para enriquecerse, lo seguiré haciendo, no solo por mí, sino, por la sociedad que es por la que me dispuse a servir toda la vida, informando y dándole voz a quienes se sienten vulnerados en sus derechos…Y me despido con decir que: ¡La Libertad de Expresión es Nuestra Mejor Arma de Justicia Social!
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