Redacción
Tras dos meses de simulación, traiciones y declinaciones a favor de una sola aspirante, el denominado Frente Amplio por México concluyó su proceso de elección simulada y Xóchitl Gálvez Ruiz se alzó como la abanderada para ser la futura aspirante a la presidencia de la república mexicana en el año 2024.
Tras sacar de la jugada a Enrique de la Madrid, y la declinación de Santiago Creel, quien se mantuvo coherente en su postura hasta el final fue la tlaxcalteca Beatriz Paredes Rangel, priista de convicción y responsable con sus ideales, quien al final fue vilmente traicionada por su partido, de la mano de Alejandro Moreno Cárdenas.
“Todo estaba planchado”, fueron las palabras con las que Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, se expresó respecto al tema e hizo énfasis en que, nunca hubo un verdadero proceso de selección, pues, meses atrás él había profetizado que Gálvez Ruiz era el personaje elegido por la cúpula de la oposición, encabezada por Claudio X. González.
La artificialidad del fenómeno Xóchitl se ha notado a leguas de distancia, en menos de un año, los partidos de oposición política están buscando vender una figura que empate con el pueblo, pero la realidad dista mucho de esa ficción que se han inventado y que sólo ellos se creen, cuando comulgan todo lo contrario y han hecho hasta lo imposible a través de la calumnia y los remanentes que aún conservan en el poder para entorpecer el camino de la nueva política social que ahora dicen aprobar y siempre haber promovido.
Pero esto se viene al traste cuando es posible, inclusive, notar en fotos de mítines las caras desencajadas de políticos de dicho gremio a los cuales no les termina de agradar la imposición tan descarada que se ha hecho.
Con las incoherencias y anomalías acontecidas en dicho movimiento se ha evidenciado que este sector político conformado por la rama empresarial más ultraconservadora y los partidos del PRI, PAN y PRD se siguen rigiendo bajo las viejas prácticas que caracterizaron al anterior régimen, en donde la represión y el dedazo eran determinantes para consolidar sus propósitos.
Un atrevido insulto a la democracia y a la ciudadanía mexicana fue el que se ha legitimado con la elección de Xóchitl Gálvez a través de supuestas encuestas que la favorecían, cuando candidatos mejor preparados, con mayor experiencia fueron uno tras otro declinando sospechosamente o simplemente se les dio la espalda al representar un peligro y, en ningún momento se pudo contemplar un verdadero procedimiento democrático.
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