Xicoténcatl Barajas
Hijos de connotados políticos del viejo PRI, de amigos y compadres que disfrutaron desde su niñez las mieles de los poderes que emanaron de las siglas tricolores y otros igualados y advenedizos que junto con ellos adoptaron en su época de juventud el apodo de “bebesaurios”, son los “chavo rucos” de hoy que se repartieron el pastel de las candidaturas plurinominales en Sinaloa.
Ellos, los juniors de la política que tanto añoraron el relevo generacional se adueñaron de lo que queda del Partido Revolucionario Institucional, desplazando a cuadros importantes que por años han esperado la oportunidad para participar por alguna posición de elección popular y, que ven con desilusión cómo los “chavorrucos” se están convirtiendo en los sepultureros del otrora ex invencible.
Nombres como los de Irma Moreno Ovalles, Gómer Monárrez Lara, Miguel Ángel López Miranda, Paola Gárate Valenzuela, Bernardino Antelo Esper y Érika Sánchez, son el sinónimo de las componendas de la vieja política “chicharronera” que ya se creía caduca en ese instituto político.
Ante esas prácticas de gandallismo, voces de inconformes le han recriminado en su cara a la dirigente estatal la falta de inclusión de sectores que sostuvieron por décadas la estructura del priismo, como el de los jóvenes y organizaciones adheridas que no se tomaron en cuenta en el reparto del “pastel” que, posiblemente será el último que se coman después de una indigestión electoral que puede “matarlos” políticamente.
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