A.B.Z.
“Piojos” y gandallas, así definen en las calles de las ciudades y poblaciones rurales a los políticos que quieren seguir medrando con la necesidad de la gente; a esos que tienen años prometiendo y haciéndose ricos con el presupuesto público tratando de engañar diciendo que son diferentes, que ellos sí le cumplen a los ciudadanos, cuando en realidad ya se sabe de qué pata cojean y, que al fin de cuentas, solo buscan su bienestar y el de grupúsculos con intereses mezquinos que no tienen nada que ver con la sociedad en general. Sí bien es cierto, las formas de hacer política en la actualidad son más confusas, sin embargo, las prácticas anquilosadas siguen presentes y no existe nada nuevo bajo el sol, basta mirar las aberraciones de varias y varios cuadros de la política moderna o del llamado relevo generacional que antes criticaron vicios y mañas dentro de sus partidos y, son ellos mismos lo que las están utilizando para beneficiarse. Así fue con el reparto de las candidaturas de mayoría relativa y plurinominales que, dejaron al descubierto el gandallismo de quienes parten el pastel político de bazofia y de sus personeros, sean del color que sea, pues sobrepusieron los intereses particulares y de grupo- como siempre- al de la militancia que no fue escuchada antes de ser registrados los nombres de manera oficial ante las autoridades electorales que, tampoco han hecho su papel de la mejor manera, pues tanto el INE como el IEES aquí en Sinaloa son letra muerta y no ponen orden en las campañas políticas que están plagadas de irregularidades cometidas por todas y todos los candidatos. Ahí está el derroche de dinero del pueblo y la simulación proselitista de candidatas y candidatos factureros que, a través de empresas de conocidos suyos están haciendo el gran negocio, como son agencias de publicidad, gurús digitales, prestadores de servicios, gasolineras, imprentas, restaurantes y hoteles que facturan de manera onerosa con su consabido moche, mientras que a Juan pueblo, cachuchitas y camisetas para ya no volver con él hasta las próximas pizcas electoreras…Y me despido con decir que: ¡La Libertad de Expresión es Nuestra Mejor Arma de Justicia Social!
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