- Seguridad, paz, libertad y justicia, el clamor de los sinaloenses
- Pseudo analistas y “narcoplaticantes” chilangos ofenden a Sinaloa con sus contenidos burlones e imprecisos
- Diputados respiran espíritu navideño y los sinaloenses miedo
Xicoténcatl Barajas
Los sinaloenses clamamos seguridad, paz, libertad y justicia después de casi cuatro meses de que estallara el conflicto entre las dos facciones del cártel de Sinaloa que han demostrado su fortaleza entre sí, con ataques violentos que van más allá de la compresión humana, con los que la población civil hemos resultado afectados en muchos aspectos conocidos ya por todo el mundo. Ante eso, el gobierno de México reacciona y busca desesperado la forma de disminuir la ola de sangre que baña a la entidad mediante operativos con los que han detenido a delincuentes y decomisado drogas, armas, explosivos y demás objetos utilizados por los grupos en disputa, sin embargo, la sociedad exige más resultados para poder recuperar las calles y espacios públicos y volver a la cotidianidad. Mientras, pseudoanalistas y “narcoplaticantes” chilangos ofenden a sinaloenses con sus contenidos burlones e imprecisos y quienes somos culichis y sinaloenses bien paridos en esta tierra manchada desde hace décadas por el estigma del narcotráfico y la violencia que llegó en estos años a niveles inconcebibles, sabemos lo que significa para nosotros emocionalmente y psicológicamente los hechos dantescos que van realizando día con día los generadores de violencia, sin que las fuerzas del orden de los tres niveles logren contener en su totalidad la pugna de los dos bandos rivales que inició desde el 9 de septiembre.
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Esta ola de sangre que baña a Sinaloa y que pareciera ser la coyuntura para fines políticos y propagandísticos de pseudo analistas, supuestos comunicólogos, sedicentes periodistas e influencers y youtubers “chilangos”, así como de conglomerados mediáticos que no les importa lo que aquí nos sucede, sino, llevar agua a su molino y aumentar sus rating, likes, visitas y reproducciones de sus contenidos imprecisos lanzados desde sus plataformas digitales y plagados de disparates y expresiones gesticulares que resultan ser ofensivas para quienes habitamos en esta sufrida y aguantadora tierra. En estos tiempos de guerra, todos opinan, hay “narcoplaticantes” fuera de Sinaloa que con un dispositivo móvil en la mano contribuyen a la propagación de la apología de los delitos, a la desinformación y a la psicosis colectiva, más allá de conocer el conflicto y la región, por lo que debieran mejor proponer acciones y estrategias que coadyuven a frenar este infierno desatado que nos afecta a todos en nuestras vidas, englobando el trabajo, la economía, la salud, la educación, el deporte, la cultura, la distracción, las tradiciones y todo lo que como seres humanos realizamos a diario.
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Los nuevos diputados locales de Sinaloa viven en una realidad distinta a los ciudadanos de calle, ellos como clase política pueden hasta cierto punto sentirse “blindados” en las instalaciones del Congreso del Estado y ostentar su fuero que los pone en otro nivel. Mientras, en Sinaloa la incertidumbre por la violencia y el miedo que se disemina en ciudades y la zona rural es el respiro de obreros asalariados, campesinos, pescadores y demás habitantes que están padeciendo los estragos del conflicto bélico hasta al grado de no tener ni para comer al no poder laborar. Sin embargo, en contraparte, hay diputadas y diputados que presumen en las redes sociales con la risa de oreja a oreja intercambio de regalos y respiran a todo pulmón el espíritu navideño, lo que resulta ser un insulto para el triste, sufrido y aguantador pueblo que les dio su voto de confianza para que los representara en la más alta tribuna y, de ser necesario, para que hicieran pronunciamientos en defensa y de beneficio colectivo. Eso no sucede, porque ellos se encierran en su burbuja evadiendo responsabilidades y solamente se preocupan por su bienestar y la transformación de sus vidas con beneficios políticos y personales, pues hasta ahorita no se les ve preocupados llevando cuando menos una despensa a quienes más la necesitan, al fin de cuentas, ya cobran en la nómina parlamentaria y sus dietas son suculentas.
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