Redacción
El conflicto armado del crimen organizado en Sinaloa ha marcado un antes y un después en la entidad afectando a cada una de las esferas que conforman a la sociedad sinaloense, incluyendo a la política, cuyo fenómeno indiscutiblemente ligado a las reconfiguraciones del “hampa” también tendrá que transformar sus dinámicas y formas de expresión producto de una compleja crisis de inseguridad, poniendo en jaque a quienes creían tener su carrera asegurada en el bolsillo en ese oficio.
De tal manera que, la inminente carrera de sucesión por la gubernatura en el 2027, entrará en una nueva y distinta fase, entre el fuego cruzado y la desgracia de miles de familias sinaloenses que esperan que este nuevo ciclo de 365 días por fin la tranquilidad sea una realidad en los hogares y calles que claman por el libre tránsito de sus ciudadanos, sin que las promesas de seguridad queden solamente en eso.
Mientras los 3 niveles de gobierno de manera coordinada buscan pacificar Sinaloa y aprovechando los primeros días del año 2025 para así iniciar un nuevo ciclo, los “candidateables” por la gubernatura por parte del Movimiento de Regeneración Nacional hacen lo suyo en la medida de lo posible de acuerdo a las actuales circunstancias y con el arranque de una nueva gestión federal que está marcando pautas distintas a las del ex presidente Andrés Manuel López Obrador, pero respetando el trabajo hecho en su gestión.
Feliciano Castro Melendrez, Enrique Inzunza Cazarez, Gerardo Vargas Landeros, Teresa Guerra Ochoa, Imelda Castro Castro así como Juan de Dios Gámez Mendívil son varias cartas de la baraja morenista que de una u otra manera se han ganado una posición importante para ser considerados como fuertes aspirantes, cada uno desde sus respectivas posiciones políticas, contribuyendo a la consolidación de la denominada cuarta transformación en el territorio sinaloense, que aún y pese a los hechos reciente se mantiene como el partido hegemónico.
Mientras tanto, del otro lado de la clase política, la cada vez más diezmada y dividida oposición, parece no estar a la altura y se ha dedicado a apostar debajo de la mesa por la guerra sucia, lucrando con la tragedia debido a la ola de violencia, además de no contar con figuras clave que puedan incidir en la opinión popular y que simpaticen con la población para que esta apueste por un proyecto alternativo.
Todo parece indicar entonces que la competencia será entre morenistas con riesgo de desatarse pugnas internas, tal y como sucedió con el proceso de sucesión presidencial en el año 2024, cuando la actual presidenta Claudia Sheinbaum Pardo se alzó con el respaldo mayoritario de su partido a lo largo y ancho del país, y cuyo veredicto en el futuro cercano habrá de pesar también en la decisión final de quien será la carta buena para jugarse la gubernatura en el 2027.
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