- La mafia de bata blanca es un cáncer bien enquistado que sigue operando
Xicoténcatl Barajas
En Sinaloa, el hospital regional de Culiacán “Dr. Manuel Cárdenas de la Vega” del Instituto de Seguridad Social al Servicio de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) está secuestrado por una cancerígena mafia de bata blanca que se enquistó desde gobiernos anteriores y que sigue operando de manera bien organizada, moviéndose en su interior con un descarado tráfico de influencias que nadie ha podido erradicar.
El trato inhumano y la negligencia a los derechohabientes supura y es recurrente, principalmente en el área de urgencias que está convertida en un “rastro humano”, con una atención tétrica para cualquier enfermo, mientras que la preferencia la tienen tales y cuales pacientes recomendados por políticos o funcionarios de alto nivel y personal del mismo nosocomio.
Quienes más padecen el suplicio que representa el acudir a pedir atención médica son las personas adultas mayores que, con total indolencia reciben un trato despótico desde que tienen el primer contacto de registro en la ventanilla, siguiendo con un peregrinar en la sala de urgencias que está colapsada, sin camas ni los equipos y medicamentos más elementales, en la que los camilleros, vigilantes, trabajadoras sociales, doctoras y doctores le ponen más sal a la herida de los maltrechos enfermos que no tienen la suerte de contar con una “palanca” que los ayude para ser tratados de manera digna.
Señor Agustín Barajas Zambrano
… Victima de la negligencia de la mafia de bata blanca.
En ese hospital la mafia de bata blanca tiene el control, el delegado estatal del ISSSTE, Marcial Silva Gómez y los directivos del mismo han sido incapaces de aliviar los males que genera el tráfico de influencias de gran parte del personal que hasta hace negocio con el dolor ajeno, como es el caso de muchos médicos especialistas que se aprovechan de las condiciones de salud de los pacientes y del deterioro en que tienen sumida la institución para “jalar” a las sufridas personas a sus consultorios o clínicas particulares para cobrarles fuertes sumas de dinero.
El negocio de la salud persiste, está a la vista de todas las autoridades del sector y la generación contemporánea de médicos está monetizada y deshumanizada, por lo que el juramento hipocrático ya es historia y un simple formalismo, pues los mercaderes titulados como galenos lucran con el dolor de los enfermos y sus familias y no renuncian a sus dobles plazas, viven de los impuestos del pueblo.
Ellos hacen con los pacientes una industria lucrativa y a estos en ocasiones sin recato les niegan la atención y como alternativa les ofrecen la transferencia a sus clínicas privadas prometiendo sanación con procedimientos quirúrgicos onerosos. Así, enfermos de todas las especialidades no se escapan de la mafia de bata blanca que opera en el ISSSTE y, lamentablemente, la mayoría de esos pacientes son adultos mayores que no tienen los recursos suficientes, por lo que se convierten en un número más de las cifras de muerte.
En la actualidad, hay doctoras y doctores que no les importa que el tiempo no les alcance para seguir capacitándose, pues se convirtieron en “cucarachas” de hospitales, salen de uno y entran en otro cargando el mismo recetario, cuando la ciencia avanza a pasos agigantados, situación que a los nuevos egresados de las facultades de medicina también les dificulta acomodarse en alguna plaza porque la mafia de bata blanca es la que impera y tiene el control de los hospitales de Sinaloa.
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