Xicoténcatl Barajas
En el gremio de la mal llamada prensa chica o independiente de mediados del siglo 20 e inicios del siglo 21, se estiló mucho que admiradores de algunos periodistas terminaran imitando su quehacer periodístico, sin tener siquiera la educación básica ni la noción de lo que en realidad era el oficio que poco a poco fue obteniendo el reconocimiento académico.
Así, fueron “titulados” varios por los mismos tunde teclas independientes que se hicieron acompañar por “golondrinos” llegados de diferentes latitudes del país y del estado, quienes cargaron cámaras fotográficas y portafolios vendiendo suscripciones o páginas de publicidad para los medios rudimentarios o panfletos impresos con periodicidad católica, es decir, que salían cuando Dios quería.
Entre esos tantos personajes que se hicieron icónicos por ser hasta choferes y mandaderos de los viejos periodistas, llegó de Tepic, Nayarit, Margarito Cabrera Coronel, quien por azares del destino regresó a Sinaloa –su tierra natal- después de haber sido auxiliar de Emiliano González “El Látigo”, un aguerrido periodista de las tierras coras.
Ya radicando en Culiacán, Margarito de inmediato se enroló con los bohemios y pilluelos pseudoperiodistas de su tiempo, los cuales editaron algunas publicaciones en copias fotostáticas – pues no había las benditas redes sociales para timar o extorsionar- y las componían con información recortada y plagiada de los medios de comunicación bien establecidos y regulados por la Secretaría de Gobernación, ganándose el apodo de “recorteros” o asaltantes de la pluma, como los hay ahora con panfletos digitales que pululan en el mar de las redes sociales y se hacen llamar analistas, politólogos, consultores o creadores de contenido.
MACACO, como era el seudónimo que utilizaba el nativo de Sanalona, empezó a desplumar o chalinear a políticos incautos encumbrados, haciéndose esta su forma de vivir y un arte que muy pocos lograban, pues fueron varios periodistas de los diarios de su época que lo utilizaron para pedir dádivas o embutes para ellos porque no se animaban o temían que la empresa a la que servían los corriera.
“El recortero” de notas y columnas era muy empalagoso, como un cochi chiquito amarrado a la parrilla de una bicicleta, capaz de meterle la mano a la bolsa a cuanto político se dejara, pues hay que reconocer que tenía carisma y una labia que más de una vez logró que los políticos lo mandaran hasta su casa en los carros y camionetas de lujo, además, bien servido con sus respectivas bebidas ambarinas en la barriga, de las cuales degustaba a diario en las cantinas de rompe y rasga de la capital sinaloense.
Pero con el paso de los años, Margarito fue quemando todos los cartuchos, se le acabaron los pretextos y las mentiras y cada vez fue menos frecuente que saliera a circulación su pasquín titulado: “Expresión Sinaloense.”
Los políticos ya le sacaban la vuelta, pues “el asalto” era cada vez más frecuente y sin recibir nada a cambio, pues estaban ávidos de reflectores que iluminaran sus proyectos políticos y Margarito no les ofrecía nada porque ya ni la hoja que fotocopiaba circulaba a causa del arraigado vicio de la cerveza y su desenfrenada vida de farras.
Por muchos años, así se le vio por las instalaciones del PRI y de la Liga Agraria, así como por el Congreso del Estado y el Palacio de Gobierno en varios sexenios, hasta que Jesús Aguilar Padilla descubriera que sus males o dolencias no eran ciertas y que, si tenían cura, ya que, eso pretextaba para recaudar fondos y seguir en la beberecua.
En un acto cívico, en la explanada del Palacio de Gobierno, de esos eventos que le encantaban porque acudían diputados lambiscones y funcionarios achichincles del gobernador, Margarito tuvo la osadía de pedirle a “Chuy” Aguilar que lo apoyara porque estaba muy enfermo de la columna y de las caderas, tanto, que fingió haciendo casi una obra teatral para poder sacarle una feria, pero el cosalteco que ya sabía de “sus enfermedades y deseos” le reviró echándole grito de inmediato a su secretario de salud.
“¡Dr. Ponce, por favor atienda a mi amigo Margarito que está muy enfermo, si es posible mándelo desde aquí en una ambulancia al hospital general, porque si no, se nos puede morir!”, expresó “preocupado” el mandatario, haciéndole a la sorda una seña al doctor con el ojo cerrado para que se diera cuenta que eran mentiras.
Aguilar Padilla no cayó en la trampa y Margarito se negó a ser trasladado en la ambulancia hasta el nosocomio para que le hicieran todos los estudios necesarios, pero lo que él quería era el dinero. Sin saberlo, “el recortero” estaba enfermo y falleció poco después, siendo MALOVA jefe del ejecutivo estatal, quien tampoco se salvó de las timadas de MACACO que, cayó infartado por el boulevard Leyva Solano, frente a las instalaciones de la Cruz Roja Mexicana.

