Xicoténcatl Barajas
El reparto de sobres amarillos para envolver papel de banco a líderes sociales, agrícolas, trabajadores, defendedores de los derechos humanos, periodistas, presidentes de colonias, colectivos diversos, activistas, diputados y demás, sigue vigente y se estila desde ayer y hoy también en los tiempos de la austeridad republicana de la cuarta transformación.
Mucho se da en las campañas políticas, que para los coordinadores y jefes de prensa de éstas resultan ser un festín, más cuando los candidatos les encargan hacer la lista y “palomear” a los que les puedan servir para propalar su proyecto político que siempre está pensando en el ganar-ganar.
Y es ahí donde nunca faltan “los mochasobres” que resultan ser esas dos personas más allegadas a los aspirantes o candidatos que habiéndose puesto de acuerdo ambos, le hacen saber al político la cantidad que se requiere para distribuir a tales y cuales, haciéndolo -según ellos- por niveles, es decir, “dependiendo el sapo es la pedrada”: sea columnista, director o editor de algún medio, locutor, reportero, fotógrafo, politólogo, analista, asaltante de las redes”, en fin, la clasificación no es impedimento para que “el chayote del sobre” llegue incompleto, pues el jefe de prensa dice: tanto, pero en realidad resulta menos tantito, porque ya le pegó su buena “rasurada”.
Y así, “de sobre en sobre, de grano en grano, llena el buche la gallina” y es ahí donde los dos, tanto el coordinador y el jefe de prensa y hasta el “chayoteado” la mayoría de las veces quedan contentos.
Sin embargo, se dan mucho los casos en que el coordinador y el jefe de prensa mochan el sobre sin saber que el receptor o receptora –porque también hay pillas- resultan ser más amigas o amigos del político que ellos que están en ese momento bajo los testículos del personaje.
Ahí es donde está el problema, porque se les descubre el pillaje y el engaño, siendo removidos de inmediato, lo que a muchos compañeros del gremio periodístico les ha pasado, estando siempre vigente el clásico de que para que un trinquete funcione tiene que haber tres: un vivo, un audaz y un pendejo. Así es que, para las y los interesados en subirse al barco de cualquier proyecto político de los que ya andan por ahí sonando, recuerden que mochar los sobres o aumentar los números no siempre es una buena idea, al final de cuentas, te quemas porque te quemas.
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