- El gobernador grita: ¡al ladrón, al ladrón! y lo tiene a su lado
Muy contradictorio resulta el hecho de que el gobernador del Estado, Quirino Ordaz Coppel siga incrustando en su administración a venales y nefastos exfuncionarios del pasado gobierno de Mario López Valdez, cuando, por otro lado, afirma y señala que habrá castigo para quien o quienes hayan cometido latrocinios al erario público de Sinaloa.
Quirino Ordaz Coppel pareciera gritar: ¡al ladrón, al ladrón! cuando allí lo tiene a su lado, en lo que se puede presumir como una posible protección, pues francamente el pueblo de Sinaloa esperaba más del mazatleco que con estas acciones manda señales que se mal interpretan y que generan comentarios y opiniones, la mayoría, en sentido negativo y de desprestigio para su naciente administración.
Los adeptos que Quirino Ordaz estaba ganando en sus contantes “baños de pueblo” en mercados, tianguis, estadios, sindicaturas, campos pesqueros y ranchos los está echando por la borda, porque la gente creyó en su discurso sin muchos rollos, en el que sigue diciendo: “¡de tanta corrupción la gente está harta, está cansada!”; ¿entonces?
Quirino está aplicando el clásico dicho popular que dice que en la política y en el amor todo se vale, pero lo que no se vale es que juegue con los sentimientos de los sinaloenses que no dan crédito a lo que ven y a lo que está pasando en el engranaje del Gobierno del Estado, en el que algunos malovistas ahora gozan de fuero cuando deberían de estar siendo investigados, como, por ejemplo, Juan Ernesto Millán Pietsch, Frank Cordova Celaya, Gustavo Zavala, Ismael Checa Landeros, Martín Prado, Francisco Cuauhtémoc Frías Castro, y otros de menor jerarquía pero que no dejan de ser sanguijuelas de la nómina pagada con los raquíticos recursos del sufrido y aguantador pueblo sinaloense.
¿Qué pasa pues?