Por Samuel Sarmiento
Sinaloa es un Estado con un perfil económico y social ligado a las actividades primarias, que desde hace muchos años inició el largo camino hacia la industrialización y la generación de valor agregado a través de los servicios.
Tenemos la mayor infraestructura hidroagrícola del país, 11 presas operando, una más construida pero sin canales de riego (Picachos) y otra más en construcción (Santa María), que sumada a las bondades climáticas, tierra fértil y gente trabajadora, han hecho de Sinaloa, un estado líder en producción de alimentos.
Somos primer lugar en producción de granos, hortalizas, ganado en pie y valor de la producción pesquera.
Para dimensionarlo, basta decir que es en el 2018 la agricultura generó una derrama económica de 48,300 millones de pesos, la ganadería 13,915 millones de pesos y la pesca 8,954 millones de pesos, por lo que en suma, el sector primario aporta más de 71,100 millones de pesos a nuestra economía. Cifra superior al presupuesto estatal para este año fiscal. De este tamaño es la importancia del sector primario para los sinaloenses.
Por ello, nuestra economía es muy diferente al resto del país. Nuestro sector primario genera el 11.0% de la riqueza del estado, le sigue la industria con 19.7% y los servicios con el 69.3%.
A nivel nacional, el sector primario sólo aporta el 3.2% de la riqueza. Esto quiere decir que Sinaloa es casi 4 veces más agropecuario que el resto del país, por lo que todo lo que sucede en el campo impactará positiva o negativamente el resto de los sectores económicos.
Estas cualidades productivas hacen de Sinaloa el aliado natural del Presidente de la República, en su Política de Soberanía Alimentaria y Sustitución de Importaciones.
No obstante, después de los primeros 4 meses del Gobierno Federal parece hacer cierto nivel de descontento entre los productores. Se iniciaron ya las primeras movilizaciones en Tamaulipas, Sonora y Sinaloa, en busca de mejores condiciones para el campo, incluso abuchearon y sacaron al Secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Villalobos del Foro de Consulta para el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, en el estado de Coahuila.
En Sinaloa, este Foro se realizó el 19 de marzo sin ninguna manifestación, al contrario, las mujeres y los hombres del campo pusieron sobre la mesa diversas propuestas para reducir los costos de producción, elevar la competitividad, productividad, la sanidad y mejorar los esquemas de comercialización.
Mientras todo esto sucede, los Futuros de Maíz en la Bolsa de Chicago y la apreciación del Tipo de Cambio Fix, siguen mermando la rentabilidad del campo sinaloense.
A esto hay que sumarle que la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) publicó la nueva BASE de maíz en 41 dólares, cifra por abajo del año pasado que fue de 45 dólares, lo que fue otro factor que derrumbó el precio del grano.
Además, se redujo el apoyo para la compra de coberturas de precios del 75% al 50%, lo que aumentará los costos y reducirá la poca utilidad.
Una BASE baja significa que los industriales contratarán barato el maíz de Sinaloa, los productores agrícolas recibirán menos dinero por su cosecha, lo que es posible los lleve a cartera vencida, y el Gobierno Federal tendrá que erogar mayores recursos para completar el ingreso objetivo.
Recursos que deberían salir del mercado y no del Gobierno Federal.
Esperemos que las gestiones alcancen para renegociar una nueva BASE, tal y como se ha dicho entre 60 y 70 dólares, para que el mercado le dé al productor agrícola un mayor nivel de rentabilidad.
Y lo más importante, que se entienda que los apoyos a la comercialización no son un regalo ni una dádiva para los productores, sino el reconocimiento nacional al trabajo, al esfuerzo, la productividad y competitividad de los sinaloenses.