AZOTE POLÍTICO

La pandemia del coronavirus se extiende con rapidez, como si fuese reguero de pólvora. Nos envuelve cada día a toda la humanidad; no  respeta clero ni religiones, ni fronteras ni estratos sociales. Existe y lamentablemente está afectando la salud y la economía global, aunque hay todavía incrédulos que pecan de ignorantes y desatienden todos los llamados de las autoridades de los tres niveles de gobierno, complicando aún más para que las medidas de prevención se apliquen con rigor y que la fase tres sea menos letal. Pero también hay razón en la inmensa mayoría de los ciudadanos confinados que están desesperados por la crisis que ya es una realidad y que está golpeando duro a todos los sectores, incluso, el número de desempleo crece y los problemas sociales se incrementan, principalmente por el hambre que ya se hace presente en la población más vulnerable, desatándose la comisión de muchos delitos, de mayor frecuencia el robo y asalto. Ante esto, hay gobiernos como el de Sinaloa que encabeza Quirino Ordaz Coppel, que junto con los sectores productivos que se encuentran semiparalizados está desarrollando estrategias y programas para hacerle frente a esta contingencia sanitaria, tal y como no se registraba una de enormes magnitudes desde que las generaciones de fines del siglo IX y  principios del siglo XX vivieron con la peste bubónica que azotó al Estado en 1886, cuando un buque de comercio mercante llegó procedente de China a San Francisco, California y ocultó la información de que uno de sus tripulantes traía consigo los síntomas de la enfermedad, atracando posteriormente en el puerto de Ensenada, para de ahí zarpar y anclarse en Mazatlán, Sinaloa, donde bajó el marinero y se convirtió en contagiante. Para esa época el  puerto tenía aproximadamente 18, mil habitantes, entre ellos, extranjeros e inversionistas, así como nativos y de otras latitudes del país, puesto que la actividad económica era floreciente y la peste bubónica  encontró su puerta de entrada por Sinaloa hacía México entero, pero las políticas de sanidad se endurecieron desde el Consejo de Salubridad que era presidido por Porfirio Díaz y por el gobernador sinaloense, general Francisco Cañedo, tomando medidas radicales como aislamiento riguroso, campañas de quemas de casas y hasta fusilamientos a quienes desobedecían el confinamiento y de más crueldad a quienes padecían la enfermedad sin cura. Sin embargo, sería el doctor Martiniano Carvajal quien comandara una intensa campaña sanitaria y de socialización en Mazatlán que, incluso, fue necesario que se expidieran pasaportes interestatales a quienes entraban y salían después de tener el visto bueno del galeno. Ahora, la pandemia del covid-19 puede ser manejada con métodos quizá similares pero más humanos y, al igual que en aquellos años no queda exenta de la politización, como fue con la peste bubónica, que tuvo divididos a los conservadores y liberales y ante la falta de unidad la población fue la más frágil y las muertes muchas, entre ellas la de la cantante de ópera Ángela Peralta. …Y me despido con decir que: ¡La Libertad de Expresión es Nuestra Mejor Arma Justicia Social!

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