EL HIPERCONSUMO DE INFORMACIÓN

Tonatiuh Barajas

•       Consumidores de lo efímero

Cada día, a través de las pantallas de los celulares las personas se ven “bombardeadas” por inmensas cantidades de información que dejan mucho que desear si uno está bien despierto con respecto a la realidad en la que se vive.

 Las redes sociales sin duda han hecho que el mundo avance y en su camino también han generado otro tipo de desarreglos a los comportamientos, al estilo de vida de muchos de sus usuarios, siendo plataformas de fácil acceso y mantenimiento del ocio.

Videos y fotografías pasan solamente deslizando con el pulgar en dichas aplicaciones, amantes de lo efímero, no hay contenido que satisfaga los deseos de quien es su consumidor, quien en su inconsciencia se ha vuelto un autómata de la red, devorando cada cosa que vea a su paso.

El peligro radica en esta falta de ejercicio mental y de juicio para discernir la vida que se lleva, ya que cualquier “showman” puede aparecer utilizando su “carisma” así como su capacidad para venderte humo.

Un hipnotizador, parte de la gran mercancía que alimenta la inactividad del pensamiento. Hablando desde lo más subjetivo, sin bases sólidas, el espectáculo de unos cuantos “influencers” se convierte en la visión del mundo para quien es galante degustador de su contenido.

El mundo de las habladurías, el impersonal “se dice”: “en el mundo del se dice dominan la charla sin fundamentos, la curiosidad y el equívoco…las opiniones comunes se comparten, no porque las hayamos verificado, sino tan solo porque son comunes. En lugar de la apropiación originaria de la cosa, se verifica aquí la pura ampliación y la pura repetición de lo que ya se ha dicho”.

Es así como lo llamaba el filosofo alemán Martin Heidegger, quien también nos hablaba de la “avidez de novedades”, andar errantes consumiendo las ofertas de lo novedoso, la moda, no querer dejar de estar al día con lo nuevo, con lo que esta sociedad nos inunda la vida; inmersos en un orbe en donde todos se expresan autómatas al sentido cotidiano intercambiando las mismas palabras de un lado para otro; costumbres, patrones de comportamiento, pensamiento, saltando a un contenido nuevo cuando este se desgasta como una especie de nómadas de la información, sin cuestionar absolutamente nada, sin preguntarnos ¿Por qué esa persona con tintes de bufón me está diciendo tales cosas como si fuesen verdad?

Embaucadores del sentido propio de la vida, mercaderes del humo novedoso, sirven a las redes del poder en curso, algunos hasta haciendo fortunas a costillas del mismo, desinformando a la sociedad, algunos hasta con la lengua más ponzoñosa y vulgar, promotores de un marketing de lo más superficial; alborotadores de los cuerpos inertes detrás de un dispositivo que succiona cualquier intento de insumisión mental ante tal parafernalia cirquera de exuberantes colores.

En México abundan estos personajes a puños, quienes se apoderan de la sociedad mexicana, algunos incluso haciendo incursiones en las políticas públicas, presumiendo de sus relaciones con las figuras políticas más importantes, demostrando su apoyo moral como de armería política, teniendo la capacidad de controlar a la masa corrompida bajo sus chistes, difamaciones y maromas para hacer guerra sucia contra los adversarios que no comparten la ideología del vulgo.

Agricultores del sentido común, entierran todo intento de crítica, el mundo del espectáculo se ha apoderado de las almas de los mexicanos y se ha expandido como un cáncer hasta la última célula de nuestro cuerpo, dejándonos impersonales y sin criterio.  Usted abre sus redes sociales y no faltan la cantidad de links que lo re direccionan a páginas de dudosa procedencia, las cuales parecen relatar relatos detectivescos del país, salidos de quien sabe dónde; tintes de notas extraoficiales, un cuento muy fantasioso donde miles de internautas con este estilo de vida caen. El hecho es, tomando como cierto este tipo de cosas, se desarrolla también a nivel social una cultura de la desinformación, de la especulación, de nueva cuenta otra manifestación de la falta de crítica y de sí pensar como lo hace la  multitud.

Frente a esto, deberíamos concientizar los socavones en los que se puede caer, promover los medios oficiales, una cultura del análisis e investigación, la lectura en lugar del excesivo consumo de videos, del show, que hay algunos de estos personajes que a pesar de no dedicarse al espectáculo de masas, promueven el otro lado de la cultura mexicana tan rezagado, como lo es el perfil lector, artístico, folclórico, cultural, de igual forma confiar en la labor periodística de los profesionales que con gran riesgo y acierto logran proporcionarnos temas no solo novedosos, sino de relevancia social, que pongan en marcha los engranajes del pensamiento y que la maquinaria que es la mente humana se ejercite en la práctica de un criterio razonable y discerniente.

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