• Grandes interrogantes al comienzo de la década
Tonatiuh Barajas
Con la llegada de la segunda década del siglo XXI, grandes acontecimientos a nivel mundial han tenido efecto, el más reciente fue la pandemia que al día de hoy sigue dejando estragos en la humanidad. México, país donde lo fantástico se inmiscuye con la realidad, no podía quedarse atrás en ser novedad, no solo en su presente sino también en las interrogantes que plantean cuál será su destino en los próximos años.
2021 será un año decisivo, todos nos preguntamos si lograremos redimirnos de los últimos desatinos electorales de la época, pues el arribo al poder de movimientos nacionales de gran alcance manipulativo ha sido un signo bastante expresivo del malestar en todos los rincones de la sociedad.
Desengañados no solo del siglo pasado y sus falsas esperanzas en el porvenir, hambrientos por un desembarazo de la tradición o un cimbronazo que moviera de forma violenta los cimientos del país, se creyó en una desenvoltura de la inconsciencia tener fe en la nula democracia del país en el 2018, cuando sin reticencia se marcaron las boletas, una vez más, ejercidos por el poder y no los que ejercen.
Marasmo nacional, amantes de la singularidad hecha norma colectiva, no se apela a la diversidad, cuando actualmente estamos en tiempos de conversión donde las culturas se reinventan en cada uno de sus aspectos, advenimiento de nuevas modalidades de interacción social, es hora un poco tarde para comenzar a cuestionarnos los pasos que se han dado y los que precederán la próxima generación, sin la férrea obnubilación con la que se ha comandado la vida del país todo el tiempo.
Espacios que integren a todas nuestras facetas ciudadanas, sin exclusión, sin la correa de un Estado vigilante, que con sus constituciones nos re direccionen fuera de nuestras aspiraciones individuales, derechos que armonicen con nuestras necesidades en aras de una sociedad a la orden del día en los panoramas globales, y ahí sí ahora podremos decir que estamos a la vanguardia.
Se tiene en las manos de la población tomar el mando del timonel y escoger dichos rumbos, no solo a través de la democracia tan santificada, no atenernos a la casilla, sino poner en marcha la movilidad civil a nivel de pensamiento, que es de donde parte toda acción posterior, desarraigarnos al menos en la toma de decisiones, de esas antiquísimas costumbres, esa pesada ortodoxia, armazón de moral y en caso radical, prejuicio acerca de cómo se debe de conducir una sociedad, bajo esas perspectivas, que sofocan y son cerradas en sí mismas.
No nos alborotemos con la noción de un progreso cuando no se han dado los primeros pasos para cimentar tales estructuras. Gravemos la tierra donde los frutos de la cosecha presente prosperen bajo la tutela objetiva de nuestra decisión social, sin la abstinencia de una figura mesiánica, de distopía. México se prepara para poder renovarse de su propia mano, estamos ante la presencia de una brisa de reflexión, comencemos pues a esquematizar cuales son los pros y los contras constitutivos de la identidad mexicana, ¿Qué es México? ¿Qué es un mexicano? ¿Qué queremos? Despotriquemos esa abulia mental inconsciente, pensemos con la cabeza y no con la doxa popular. Este 2021 no solo pensemos en el cambio reflejado a través de una figura política, disolvamos esa idea y enfoquemos nuestra mirada en la estabilización de una nación coherente.