A UN AÑO DE LA PANDEMIA Y EL CONFINAMIENTO

  • El paso del Covid-19 y sus secuelas en la existencia

Tonatiuh Barajas

Sin duda, el año 2020 quedará para la posteridad como un parteaguas de la historia humana reciente, pues la llegada del Covid-19 rompió esa concepción del espacio y el tiempo con la que las sociedades del siglo XXI concebían el mundo. A nivel global los grandes malestares humanos, aparentemente disimulados por un velo mágico, de carácter cultural y social, se derrumbarían para dejar ver en su completa desnudez añejas afecciones, México, no fue una excepción de este fenómeno.

El humano se vio de nueva cuenta cara a cara con la naturaleza, y esta vez no solo con ella, sino también consigo mismo en todas sus manifestaciones, dando lugar a la duda reflexiva de su posición en la vida. La emergencia del Covid-19 dejó claro que no sólo es una manifestación natural, también implica la relación que sus afectados tienen con dicha enfermedad, ya sea en sus cuerpos de manera orgánica o los daños colaterales que su llegada propicia en el tejido cultural. La solución más fácil fue culpar a la enfermedad que tantas vidas ha cobrado, aunque es verdad que en cierto punto no deja de influir, sería injusto no observar la estructura que constituye nuestra supuesta humanidad y cómo, eso ha dado pie a toda clase de pensamientos o comportamientos que se relacionan con la interacción junto a la calamidad actual.

Las personas comenzaron a cuestionarse, no solo ellos y sus inquietudes, en su pensar también llevan inmersos todo lo relativo al entorno en el que se encuentran coexistiendo junto a los otros. El tiempo libre fue provechoso para la desarticulación del sentido que constituía a todo un mundo. Otro sector, en cambio, se dedicó a satanizar a esta enfermedad, cuando el malestar humano tiene un trasfondo diferente. ¿Será acaso que se pudo vislumbrar nuestra condición dinámica y finita?

Inmediatamente se buscó denominar a todo esto como una nueva “normalidad”, irónico, puesto que se admite implícitamente que antes todo era “normal” y sucedió algo que hizo que las cosas no lo fueran, dejando la puerta abierta a observar que hay fenómenos más allá, fuera de esa línea recta y perfecta. La mejor arma del humano es normalizar las manifestaciones de la naturaleza y las suyas. La esperanza de un punto final o la concepción de una etapa más acobijaría por unos meses a las masas, pero la madre naturaleza es errática y no comprende de convenciones humanas, llevándose con su cauce estas.

No han faltado tampoco los charlatanes o gurús, con sus placebos retóricos que quieran sanar este mundo. Los individuos dieron un paso también a la maquinización del espíritu, convirtiéndose las nuevas tecnologías digitales en un dispositivo indispensable para poder ser parte de la realidad. Lo que no parece haber sido trastocado, al menos su fin o meta, es la estructural capital, pues en un claro ejemplo de su mecanismo y cómo domina el mundo; hizo una metamorfosis con las maquinas, manteniéndose a flote de esa manera.

En México, un país sumamente golpeado desde el inicio de su historia, sacó a flote todo ese legado repleto de dolor;  la violencia de todo tipo se disparó de forma desproporcionada, dentro y fuera de los hogares, el infierno ha ardido desde el primer día de encierro; los despidos masivos y la preocupación de miles de desempleados, con las manos vacías, con el alma repleta de incertidumbre; la desunión y la intolerancia tan arraigada en la población alcanzó su clímax, cuando las diferentes opiniones comenzaron a chocar unas con otras, creando distintas facciones de comunidad. El sistema educativo sería rebasado no sólo por la novedad, es evidente que siempre ha sido inestable, el confinamiento sólo lo pondría aún más en evidencia, y por último, la falta de precauciones desde el inicio por parte de los ciudadanos pondría la cereza en el pastel en esta odisea.

Las defunciones por esta enfermedad acrecentarían la angustia, ante una eminente falta de comprensión de la realidad y sus fenómenos. El humano, siempre se trata de sobreponer a la naturaleza. En nuestro país, diversas actividades no cesaron, como la explotación laboral para aquellos que no fueron víctimas del despido inhumano de los empresarios, o la política, y por si faltara poco, se hizo de la pandemia un tema electoral, comenzando una guerra sucia, donde la carne de cañón serían los ciudadanos. Actualmente las cifras de contagios en la nación mexicana, ha superado el millón de personas y, en cuanto a defunciones se está por llegar de forma oficial a las 200 mil víctimas, esto de forma “oficial”.

Viejas y nuevas generaciones convergen en este instante del devenir histórico, cuestionándose la dirección de la civilización y los caminos que se han tomado para llegar a tal punto de encuentro. Dudas que flotan sobre un espiral infinito. ¿Qué significa nuestro recorrido? Y ¿Qué hay después?

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