A.B.Z.
“Muerto el Rey, vive el Rey”, es una expresión clásica conocida en el argot político cuando la transición o cambio de poderes por mandato constitucional se tiene que efectuar. Así ha sido siempre, la regla es esa y en ocasiones hay quienes se enamoran del poder y les cuesta mucho asimilar que ya no serán los que manden. Es la cruda realidad después de la borrachera. Aquí en Sinaloa la forma en que avanza la transición entre el gobernador constitucional, Quirino Ordaz Coppel y el electo Rubén Rocha Moya es muy diferente a los acostumbrados años, cuando los viejos zorros de la política agotaban hasta el último segundo de su gestión gubernamental para soltar las riendas; eran celosos y aferrados. Por eso, hay muchas anécdotas políticas que siguen vigentes y se cuentan entre quienes de una u otra forma estuvieron involucrados o relacionados con actores de esas épocas hasta la actualidad. El ex gobernador Alfonso Genaro Calderón Velarde fue uno de esos políticos con mucho colmillo retorcido y amarillo que nunca le enseñó a su mano derecha lo que hacía la izquierda y, para sus detractores que ya lo veían con un pie en la banqueta del Palacio de Gobierno al quedarle poquitos meses en su ejercicio gubernamental, les reviró cuando le espetaron en público: ¡Calderón!…ya le queda poca agua al bule…respondiéndoles el de Calabacillas: ¡pero con esa poquita que queda te puedes ahogar…hijo de la ch…..! Desde luego, que él seguía siendo el mandatario constitucional y muy lejos estaba la intromisión del sucesor en la agenda pública que realizaba todavía con el mismísimo Presidente de la República y ministros de estado, había – pues- respeto a las investiduras. Tan fue así, que siendo compadre de Antonio Toledo Corro y estando en construcción la nueva sede del poder ejecutivo estatal, al que le faltaban algunos detalles para habilitarlo, el cetemista prefirió inaugurarlo para que no fuera Toledo – gobernador entrante- el que se llevara las palmas de una obra que él había realizado con mucho esfuerzo. Hoy son otros tiempos, las circunstancias distintas y los intereses diversos e incomprensibles en ocasiones, por eso los reflectores enfocan al próximo gobernador Rubén Rocha Moya con mucha incandescencia, mientras que para Quirino Ordaz Coppel están a punto de apagarse.