Xicoténcatl Barajas
Históricamente la intromisión de los gobiernos ya sean federal o estatal, así como de corrientes políticas en la vida interna de las universidades públicas ha estado presente y, hasta cierto punto, es considerada negativa por la sociedad al ser vista como un atentado a su autonomía, situación que no ha sido privativa de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
La convergencia de estudiantes de diferentes corrientes ideológicas las enriquece, pues la pluralidad en este siglo 21 al interior de casi todas las alma mater del país es producto de luchas estudiantiles que, por generaciones han pugnado por desterrar de las aulas imposiciones doctrinarias y de falsos liderazgos con fines ajenos y aviesos a los intereses del estudiantado y de sus instituciones educativas.
En hechos en los que antecedieron a los de 1968 y movimientos estudiantiles posteriores, siempre se ha dejado entrever la mano de los gobiernos y de corrientes partidistas por controlarlas.
Sucedió aquí en Sinaloa, en el gobierno que encabezó el cetemista Alfonso Genaro Calderón Velarde, época de los “enfermos” y “chemones”, así como de la Liga Comunista 23 de septiembre.
Pero el golpeteo hacia la Universidad Autónoma de Sinaloa se dio también en el sexenio de Antonio Toledo Corro, cuando pretendió arrebatarle el sistema de preparatorias y algunas facultades, por lo que la UAS se defendió y sacó a los estudiantes a las calles a manifestar su inquietud liderados por el extinto rector Audómar Ahumada Quintero.
Fueron tiempos turbulentos, en los que grupos estudiantiles radicales se asumían de izquierda y militaban en partidos como el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) y en el Partido Popular Socialista (PPS), mientras que algunos porros uaseños se aglutinaron en el olvidado Grupo Anárquico Méndigo Oportunista y Ratero (GAMOR).
Luego de eso, los que llevaban la voz de mando al interior, dieron cabida a los diálogos y negociaciones en un ganar-ganar entre los rectores y los gobernadores del PRIAN, por lo que Francisco Labastida Ochoa, Renato Vega Alvarado, Juan Sigfrido Millán Lizárraga, Jesús Alberto Aguilar Padilla, Mario López Valdez y Quirino Ordaz Coppel navegaron casi en aguas mansas durante sus periodos y no se confrontaron de manera radical con la UAS.
Aun así, los reductos de aquella izquierda se congregaron en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y siguieron activos en la nómina de la UAS cobrando como catedráticos y haciendo política sin ser estigmatizados.
Por cierto, el PRD abanderó al actual gobernador Rubén Rocha Moya por dos ocasiones, en 1986 y 1998 sin tener éxito en las votaciones, así como a Feliciano Castro Melendrez que fuera en dos ocasiones diputado plurinominal e Himelda Castro Castro que protestó dos veces también en el Congreso de Sinaloa como legisladora y después en el cabildo de Culiacán como regidora municipal.
Con el paso de los años, Rocha Moya prestó sus servicios profesionales como asesor a gobiernos del PRI, Castro Melendrez e Himelda Castro siguieron en la academia, pero no perdieron su gen político y mutaron al Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) que fundó el hoy presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, llegando el primero a la gubernatura, el segundo a la presidencia de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado y la tercera al Senado de la República.
Hoy, trabajadores universitarios y jóvenes estudiantes que, al igual que los viejos pensadores de aquellas generaciones ávidas de un mejor futuro han decidido libremente militar en el PRI, PAN, MORENA, PRD, PT, MC y el PAS.
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