Redacción
Tras meses de una crítica disputa interna entre las dos fuerzas morenistas de mayor predominancia en el movimiento nacido de la mano de Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard Casaubón finalmente declinó a favor de la virtual candidata a la presidencia de la república, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo.
La permanencia en MORENA por parte del ex canciller representa la consolidación del llamado a la unidad en favor de la continuación del proyecto de transformación cuya responsabilidad ahora está en manos de Claudia Sheinbaum de manera irrestricta.
Antes que los intereses individuales están los principios de un movimiento que es catalogado como revolucionario, pacífico y democrático que ha llevado al país por caminos nunca antes vistos en materias de políticas públicas y, que, pese a sus aciertos y desaciertos, el compromiso con la población es irreprochable.
Ahora que el camino dentro de las filas guindas está “planchado” la ex jefa de gobierno de la Ciudad de México mantiene el ritmo de trabajo de manera razonable, concentrando sus fuerzas en consolidar alianzas a lo largo del país y sostener su nivel de aprobación, el cual de acuerdo a distintas encuestas sigue siendo el más alto frente a los demás aspirantes.
Con MORENA surcando la vía electoral en una sola voz y consecuente a sus ideales, las cosas se complican aún más para el conglomerado político-empresarial opositor, cuya bandera conservadora agitada irónicamente por una candidata que se dice defensora de la causa indígena y de los programas sociales, simplemente no termina de despuntar en el pueblo mexicano.
A ello se suma la positiva recepción por parte de la militancia y la ciudadanía en general del proceso de selección interna llevado a cabo por las huestes de López Obrador, cuya transparencia y resultados constituyen una diferencia abismal frente a la opaca definición hecha por parte del PRI, PAN y PRD, cuyas cúpulas a nivel nacional y estatal tienen la última palabra.
En la misma sintonía se encuentra el partido naranja: Movimiento Ciudadano cuyo único candidato, el cibernético gobernador de Nuevo León con licencia Samuel García, se ha subido a la carrera presidencial, con una fe ciega en su autoimagen más que en la aprobación de los mexicanos quienes están enterados de sus acciones como gobernante, pero será el tiempo el que ponga a cada uno de estos políticos donde les corresponde.
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